El mismo año que Ben Stiller dirigió a Winona Ryder y Ethan Hawke en “Reality Bites” (la puesta en largo de la ‘Generación X’ en el cine), con solo 25 años el director madrileño Álvaro Fernández Armero (entonces prometedor realizador gracias a films tan subestimados como “Brujas”, 1996, o “Nada en la nevera”, 1998) hizo lo propio en España con este carismático y entrañable retrato de los veinteañeros de principios de los 90. Injustamente olvidada, “Todo es mentira” ha demostrado, con el tiempo, trascender a su época gracias a una serie de situaciones universales y a ese catálogo de jóvenes insatisfechos que pierden el rumbo y parecen encontrarlo a base de odio, nihilismo y hedonismo… aunque en el fondo aman la vida por encima de todo.
La película se vertebra a partir de la relación que surge entre Pablo (estupendo Coque Malla), un joven desencantado y negativo, y Lucía (Penélope Cruz), a la que conoce en una cita a ciegas. Fernández Armero también nos muestra a otras parejas que amplían su radio de acción temático: Ariel y Lola (Jordi Mollá y Christina Rosenvinge), escritores snobs a los que la rivalidad profesional parece separarlos; Claudio y Natalia (Gustavo Salmerón e Irene Bau), que pelean por la carrera de saxofonista de él; y Alejandro y Beatriz (Fernando Colomo y Mónica López), cuya diferencia de edad se convierte en una barrera aunque no lo parezca.
El guión (escrito por el propio director) disecciona a base de diálogos frescos repletos de guiños culturales y un argumento falsamente convencional, a toda una generación huérfana de sentido, enfrentada a la levedad del ser a base de ‘peterpanismo’ y desapego de la realidad. Sobre el conjunto sobrevuelan las melancólicas canciones de Coque Malla, las frescas interpretaciones (con secundarios como Ariadna Gil, Santiago Segura o Saturnino García) y la sensación de que estamos ante una película a reivindicar.