Estrenada en España con el anodino título de “Crimen organizado” (hay veces que me niego a utilizar el título español), el debut en la dirección del productor de los primeros trabajos de Guy Ritchie (“Lock & Stock”, 1998, o “Snatch: cerdos y diamantes”, 2000), Matthew Vaughn (que después dirigiría “Kick-Ass”, 2010, y “X-Men: Primera Generación”, 2011), es un impresionante y violento thriller con un argumento clásico de cine de gangsters, pero pasado por el prisma de la modernidad más contundente. El guionista J.J. Connolly (que adapta su propia novela), nos sumerge en la estructura de las mafias modernas, en las que las estructuras centralizadas lideradas por un capo han dejado paso a una serie de nódulos más o menos independientes pero interconectados.
El protagonista, un profesional y elegante traficante de drogas conocido simplemente como XXXX (Daniel Craig, en el papel que el abrió las puertas para convertirse en James Bond), ha conseguido suficiente dinero como para retirarse. Pero antes tendrá que llevar a cabo un par de sencillos trabajos para el jefazo Jimmy Price (Kenneth Cranham). Pero lo que parecen trabajos fáciles terminan trasformándose en una pesadilla.
Matthew Vaughn eleva la calidad del film con un perfeccionista trabajo de cámara repleto de planos y encuadres poco habituales; con un reparto de jugosos secundarios (Tom Hardy, Colm Meaney, Ben Whishaw, Michael Gambon, Sienna Miller o Jason Fleming); y con un controlado sentido del humor negro. Y aunque, por todo esto, el film pueda parecer heredero de los trabajos de Guy Ritchie, lo cierto es que sabe distanciarse del ‘aura tarantiniana’ del cine criminal de los años 90 a base de crear un estilo propio basado en la atmósfera y el uso de un argumento lineal pero repleto de giros.