El director romano Dario Argento estaba en su mejor momento tras encadenar algunos de su más exitosos films (“Rojo oscuro”, 1975, “Suspiria”, 1977, e “Inferno”, 1980) cuando decidió volver al género que le había dado la fama (el ‘giallo’, una mezcla de cine criminal y de suspense con abundancia de asesinatos) tras las incursiones en el cine de terror sobrenatural de sus dos últimas películas. Así Argento confeccionó uno de esos guiones en los que no faltan un asesino psicópata, perversiones sexuales, sangre irreal y una banda sonora repleta de sintetizadores. De hecho el director abandonó las habituales referencias a maestros como Alfred Hitchock para convertir este ‘thriller de horror psycho killer’ en un vehículo de autorreferencias a sus primeras obras (“El pájaro de las plumas de cristal”, 1970, o “El gato de las nueve colas”, 1971).
Mientras el escritor de novelas de terror Peter Neal (Anthony Franciscosa) visita Roma para promocionar su último libro, alguien comienza a asesinar mujeres de la misma manera que en su libro. La policía no tardará en visitarlo y sospechar de el.
Aunque al espectador actual, acostumbrado a la irrealidad digital, lo puede confundir su aspecto anticuado casi de serie B, “Tenebre” es un cuidado ejercicio estético con un excelente trabajo de cámara (como el célebre plano secuencia que recorre el exterior de la casa de una de las víctimas y acaba en las manos del asesino) y la insólita apuesta por la luz, en detrimento de la oscuridad habitual de sus anteriores films. Argento pone en relieve, de nuevo, que lo que menos parece importarle es la originalidad y coherencia del argumento (aunque sabe mantener la intriga sobre la identidad del asesino hasta el final), recurriendo a una trama tan tópica como carismática, tan tramposa como improbable, en torno a una investigación policial que no termina de cuadrar. Pero el conjunto es atípico y estimulante, una experiencia que solo Argento sabe provocar (y que muchos han tratado de imitar).