Tras ciertos despropósitos, en el campo de la comedia (“Crueldad intolerable”, 2003, o “Ladykillers”, 2004), que no estaban a la altura, los hermanos Coen volvieron a sus orígenes (a los años de su ópera prima, “Sangre Fácil”, 1984) y triunfaron (con 4 Oscars, entre ellos película, dirección y guión) con esta impecable mezcla de western y cine negro, de polvo y sangre, con aspiraciones crepusculares, que lanzó a Javier Bardem al estrellato hollywoodiense (logró el Oscar al mejor secundario). Los Coen dieron muestras de su inteligencia y maestría, además de ese disfrute de alguien que se siente a gusto con el material con el que trabaja; dando profundidad a los personajes, creando una atmósfera implacable (gracias también a la excelente fotografía de Roger Deakins), reflexionando sobre la naturaleza humana y la moral y regalándonos uno de sus calculados ejercicios de cine negro y del oeste ‘sui generis’ a medio camino (cronológico y cinematográfico) entre “El hombre que nunca estuvo allí” (2001) y “Valor de ley” (2010).
El film sigue a distintos personajes: Llewelyn Moss (Josh Brolin) es un cazador que se tropieza con un cargamento de heroína y dos millones de dólares junto a una a serie de cadáveres en medio de la nada; Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones) es un sheriff, hijo y nieto de sheriff, que mira con nostalgia el pasado; y Anton Chigurh (Javier Bardem) es un despiadado asesino a sueldo que intenta recuperar el dinero que Llewelyn se ha quedado.
La novela del premio Pulitzer Cormac McCarthy sirve de vehículo perfecto para que los Coen desarrollen su cinefília con algunos de sus clichés preferidos del cine criminal (el ‘venenoso’ botín, el implacable sicario o el desgraciado que no sabe donde se ha metido) y del western (la búsqueda, los paisajes áridos que funcionan como trasunto de las vidas de sus protagonistas o el viejo que ve como ya no tiene cabida en el nuevo ‘oeste’); creando un rompecabezas narrativo con estética heredera de Sam Peckinpah y del gótico americano; además de unos vibrantes retratos psicológicos (al más puro estilo de Anthony Mann) que abarcan distintos roles prototípicos.
– Para amantes de las historias criminales fronterizas con malsano sentido del humor.
– Imprescindible para los que echaban de menos a los Coen de “Fargo” (1996).
FOTO DE RODAJE
Joel & Ethan Coen en el rodaje de “No es país para viejos”.
BANDA SONORA
Carter Burwell, ‘Blood Trails’: https://www.youtube.com/watch?v=vwGnW5L_Zrw.
ART WORK
Krzysztof Domaradzki – ‘No country for old men’