Durante unos años 60 que supusieron la Edad de Oro del cine italiano (gracias a realizadores innovadores como Fellini o Antonioni), una nueva generación de autores italianos (Pasolini, Bertolucci, Rosi, …) se unió a directores consagrados (Rosselini, De Sica, …) para tomar el relevo al Neorrealismo con un cine de tintes socio-políticos preocupado por la veracidad, que criticaba las injusticias y la corrupción sin abandonar la profundidad psicológica. En los 70 el cine político italiano llegaba a la madurez con obras maestras del cine comprometido como “El conformista” (Bernado Bertolucci, 1970), “El caso Mattei” (Francesco Rosi, 1972), “Una jornada particular” (Ettore Scola, 1977) o “Sacco y Vanzetti”, un crudo docudrama basado en hechos reales que pone en evidencia el sistema judicial ‘civilizado’, confeccionando un interesante retrato de unos EE.UU. obsesionados por la amenaza socialista, a la vez que trata temas como la xenofobia o la pena de muerte.
Nicola (Riccardo Cucciolla) y Bartolomeo (Gian Maria Volontè) son dos jóvenes italianos que han emigrado a EE.UU. Tras la explosión de una bomba ambos son detenidos y acusados injustamente de atraco a mano armada.
Confiado en el valor del cine como herramienta de lucha ideológica y de clases (desde diversos géneros populares como el thriller), y siempre atento a las problemáticas sociopolíticas, el cineasta Giuliano Montaldo (“Una bella grinta”, 1965, “Diamantes a gogó”, 1967, o “Giordano Bruno”, 1973) desarrolla una puesta en escena tan minuciosa como opresiva, donde parecen darse la mano lo kafkiano con el reportaje periodístico y la crítica a la instrumentalización política de las instituciones. A pesar de su trasfondo y sus intenciones divulgativas y de denuncia, “Sacco y Vanzetti” no es un film frío y quirúrgico, sino que gracias al buen trabajo fotográfico de Silvano Ippoliti (“El gran silencio”, 1968), sombrío e impactante, y la emocionante banda sonora del gran Ennio Morricone (incluida ‘The Ballad of Sacco and Vanzetti’, cantada por Joan Baez), que se cuenta como una de sus mejores obras.