La primera de las grandes adaptaciones del guionista y escritor especializado en novelas juveniles, pero muy disfrutables por adultos, Roald Dahl (después vendrían films tan destacables como “La maldición de las brujas” de Nicolas Roeg, 1990, “Matilda” de Danny de Vito, 1996, o “Fantástico Mr. Fox” de Wes anderson, 2009), fue un fracaso en taquilla en el momento de su estreno, pero poco a poco se ha convertido en un film de culto imprescindible gracias a sus canciones, su excelente diseño de producción, un icónico Gene Wilder en su mejor momento (en los 70 sería el actor fetiche de Mel Brooks y trabajaría con Woody Allen o Stanley Donen) y, sobretodo, una historia (el guión es del propio Dahl) entre el drama infantil y la comedia casi psicodélica que indagaba en los deseos y fantasías infantiles (como lo maravilloso que puede haber tras los muros de una fábrica de chocolate).
El excéntrico magnate del chocolate Willy Wonka (Gene Wilder) decide invitar a cinco niños a visitar su fábrica. Para ello esconde cinco tickets dorados en las tabletas de chocolate que vende. Charlie Bucket (Peter Ostrum) es un niño pobre que sueña con conseguir una de esas entradas doradas, aunque ni siquiera tiene dinero para comprarse una chocolatina. Charlie conseguirá visitar la fábrica de chocolate, donde descubrirá ese ‘mundo de fantasía’ del ridículo título español.
Bizarro y colorido musical repleto de ingenio, un ácido sentido del humor y situaciones que se han convertido en interminable fuente de homenajes y referencias varias en el cine, la televisión y la música posteriores; “Willy Wonka & the Chocolate Factory” (su título original; Tim Burton elegiría para su versión el título del libro: “Charlie and the Chocolate Factory”) es una excelente película para toda la familia, un estupendo espectáculo visual con distintos niveles interpretativos y un gran poder de fascinación.