“Entre pillos anda el juego” es un ejemplo claro de la serie de films nacidos de esa generación de actores y cineastas gamberros y amantes de la serie B que se reunían en torno a la Amblin de Spielberg (Joe Dante, Robert Zemeckis o William Dear) y la ‘puerta de atrás’ del Saturday Night Live (Dan Aykroyd, Chevy Chase o John Belushi). El film es un divertimento al más puro estilo de la comedia clásica en el que John Landis (“Desmadre a la americana”, 1978, “Granujas a todo ritmo”, 1980, o “Un hombre lobo americano en Londres”, 1981) y sus guionistas Timothy Harris y Herschel Weingrod (responsables de éxitos como “Los gemelos golpean dos veces”, 1988, de Ivan Reitman, o “Space Jam”, 1996, de Joe Pytka) juegan a mezclar las premisas argumentales de “Pigmalión”, “Las bodas de Fígaro” y “El príncipe y el mendigo” añadiendo picaresca barriobajera, gags a propósito de la diferencia de clases sociales y ese gusto desmesurado por el cameo que convierte los films de Landis (que para rizar el rizo referencial tiene un cameo en “Torrente 3: El protector”, 2005) en auténticos ‘¿quién es quién?’ del cine de los 80.
Dos remilgados millonarios (Don Ameche y Ralph Bellamy) realizan una apuesta para demostrar que el estatus social y económico de una persona es genético, o bien está dado por la educación. Para llevarla a cabo intercambian a un estirado ‘broker’ (Dan Aykroyd) por un buscabidas pobre y sin educación (Eddie Murphy) viéndose obligados cada uno a vivir la vida del otro.
Con la excusa de una crítica del elitismo y el poco contacto con la realidad que tienen las clases altas (centrándose en esa fauna de los 80 enriquecida gracias a la bolsa), el film se erige como una de las más divertidas comedias de los 80 (además de contener el preciado y único topless de una resplandeciente Jamie Lee Curtis); beneficiándose de una gran banda sonora del siempre infalible Elmer Bernstein (nominada al Oscar) y de la cinefília de género que John Landis desprende en toda su filmografía.