El mítico e influyente (inspiración para los pasos de baile más famosos de Michael Jackson o responsable del nacimiento del musical moderno gracias a “Cabaret”, 1972) actor, bailarín, coreógrafo y director Bob Fosse abandonó por primera vez el musical con este biopic del polémico y provocativo monologuista Lenny Bruce. Fosse nos habla de la hipocresía y la mojigatería de la sociedad estadounidense por medio de la vida de Lenny Bruce (cuyos monólogos, cargados de lenguaje soez y temáticas peliagudas, criticaban precisamente eso), creando un retrato implacable de unos EE.UU. ofendidos ante una serie de verdades de esas que a nadie le gusta que le suelten a la cara. Con un estilo a medio camino entre el documental y la ficción (con un estupendo montaje de Alan Heim, ganador del Oscar por la gran obra maestra de Fosse: “All that jazz”, 1979), y rodada con un íntimo blanco y negro obra de Bruce Surtees, asistimos al auge y caída del creador del ‘stand-up comedy’ moderno a finales de los 50 e inicios de los 60.
Lenny Bruce (un Dustin Hoffman en plena forma) es un cómico incómodo y sarcástico que se mueve por locales de poca monta. Su popularidad va creciendo a la vez que se sumerge en una espiral de drogas y sexo que acaba con su matrimonio con una stripper (Valerie Perrine). Mientras las diversas denuncias por blasfemo e incorrecto amenazan con acabar también con su carrera.
Fosse utiliza la vida de Bruce como representación de la suya: un artista incomprendido, innovador, de vida excesiva, un agridulce sentido del humor y una concepción del espectáculo como medio de escandalizar (la provocación sexual era una de las señas de identidad de las coreografías de Bob Fosse). A través de los obscenos y cáusticos monólogos de Bruce, “Lenny” pone patas arriba todas las convenciones morales de una sociedad que aún no se había enfrentado a la ‘generación de las flores’; todo contado con la originalidad estética de Bob Fosse.