Habiendo aprendido el oficio en el cine de bajo presupuesto, pocos géneros populares se le resistían a Gordon Douglas; se atrevió con la comedia (dirigió a Stan Laurel y Oliver Hardy, Bob Hope o Jerry Lewis), el cine negro (“Corazón de hielo”, 1950, con James Cagney), el musical (con estrellas como Frank Sinatra o Elvis Presley), el western (“Río Conchos”, 1964) y, por supuesto, con la ciencia-ficción, genero en el que dejó para la posteridad una de las primeras y más recordadas películas de ‘monstruos atómicos’. Siguiendo la estela de “El monstruo de tiempos remotos” (Eugène Lourié, 1953), el film de Gordon Douglas mezclaba la ‘ciencia-ficción nuclear’ que tanto triunfó en los 50 con el cine de terror más afectado; confeccionando una trama emparentada con las investigaciones criminales que nos presentaba por primera vez en el cine un cliché que se repetiría hasta la extenuación: insectos que mutan hasta convertirse en incontrolables monstruos gigantes.
Ben (James Whitmore) y Ed (Chris Drake), son dos policías de Nuevo México que encuentran en el desierto una niña en estado de shock. En el lugar también descubren ácido fórmico y unas extrañas huellas. Cuando los entomólogos Harold Medford (Edmund Gwen) y su hija (Joan Weldon) ven esto deciden ir a investigar ellos mismos al desierto.
“La humanidad en peligro” se convirtió en una de las películas más taquilleras del año y sus efectos especiales fueron reconocidos con una nominación al Oscar (aunque hoy día nos parezcan poco más que entrañables), pero parte del éxito también se debía a su inteligente (aunque a veces efectista) uso de la intriga, mostrando a las hormigas gigantes en los momentos oportunos y reservando lo mejor para el final. Y es que esta reverenciada, parodiada y homenajeada joya de culto (pionera también en el uso del icónico ‘grito Wilhelm’) puede resultar demasiado sencilla y torpe para los impacientes espectadores actuales, pero basta con dejarse llevar por su argumento imposible, la dramática banda sonora del oscarizado Bronislau Kaper o su ingenuo desarrollo, para enamorarse de ella.