Tras el enorme éxito conseguido con una trilogía de cortos en torno a la ‘pérdida de la inocencia’ y su primer largometraje (“El Bola”, 2000), el hasta entonces actor Achero Mañas se alejó de la cruel y emocionante sencillez de su debut para confeccionar un relato mucho más ambicioso conceptual y narrativamente, una tragicomedia donde el teatro funciona como metáfora de la sociedad. Aunque hay quien la calificó de pedante o sensacionalista, lo cierto es que Mañas sabe captar como pocos el espíritu de esos revolucionarios sueños juveniles, tal vez excesivos e ingenuos pero imprescindibles, que al fin y al cabo terminan moviendo el mundo. Y aunque aunque algunas elecciones pueden ser discutibles (el formato de falso documental, cierta sensiblería, …), “Noviembre” sigue siendo un estupendo retrato del arte como instrumento de rebeldía, compromiso y protesta; lo cual es normal que no guste a los sectores más conservadores.
Intercalada por testimonios de los protagonistas (¿en el futuro?), “Noviembre” nos cuenta la historia de Alfredo (Óscar Jaenada), y su grupo de teatro callejero. Juntos intentarán romper las barreras entre teatro y vida.
Por un lado “Noviembre” es una emotiva carta de amor al arte en general, y al oficio de actor en particular, prestando especial atención a su poder para despertar conciencias, para sembrar la duda crítica en los receptores. Por otro lado, Achero Mañas nos habla del idealismo de la juventud, auténtico y necesario motor de sus experiencias vitales; mostrándonos no solo su lado positivo, sino también los claroscuros, dilemas y consecuencias. Mezclando actores jóvenes (destaca un estupendo Óscar Jaenada en uno de sus primeros papeles) y veteranos (Héctor Alterio, Amparo Baró, Juan Diego, …) y con un estilo realista (con performances a pie de calle), Mañas nos habla de las utopías y de la libertad, perfilando unos personajes que algunos se limitarían a tachar de ‘perroflautas’ pero que son una perfecta representación de la fuerza y el inconformismo, de las esperanzas y la pureza de una edad que a menudo pasa demasiado rápido.