Habiendo burlado a la censura franquista durante dos décadas a base de situaciones y diálogos cargados de ironía y segundas intenciones (en obras maestras como “¡Bienvenido, Míster Marshall!”, 1953, “Plácido”, 1961, o “El verdugo”, 1963), configurando un incisivo y osado retrato de la sociedad de la época; el cineasta valenciano Luis García Berlanga se trasladó a París para dar rienda suelta a su erotomanía con “Tamaño natural”, 1974. A su regreso creó una trilogía (de calidad menguante, eso si) con la que exploraba, a su sarcástica manera, el estado de las instituciones franquistas (religión, política, economía, …) tras la muerte del dictador. Tras “La escopeta nacional” (1978), Berlanga y su inseparable Rafael Azcona (“Belle Epoque”, 1992, o “La lengua de las mariposas”, 1999) se centraban en la pérdida de privilegios de la aristocracia y la restauración de la Monarquía con “Patrimonio nacional”, una entretenida comedia coral, esperpéntica y paródica, que explota el lado más ridículo de la nobleza patria.
El marqués de Leguineche (Luis Escobar) abandona su finca y vuelve a su casa de Madrid junto a su hijo (José Luis López Vázquez) y su nuera (Amparo Soler Leal).
Con la inestimable ayuda de un excelente reparto (impagables protagonistas y divertidos secundarios), Berlanga indaga en su tendencia a los relatos corales, construyendo una serie de planos secuencia que siguen a los personajes mientras entran y salen del encuandre, mientras sueltan sus mordaces diálogos. Y es que “Patrimonio nacional”, es un agudo retrato de la transición en España (aunque extrapolable a cualquier época en la que las élites económicas hayan tenido miedo de perder su preeminencia); es también un entretenimiento repleto de gags humorísticos, pateticismo e ironía (señas de identidad de Azcona, incansable de “El pisito”, 1958, a “Los girasoles ciegos”, 2008); pero también es una prueba del buen oficio de Berlanga con la puesta en escena y la dirección de actores. La trilogía se cerró con la también interesante “Nacional III” (1982), en la nos muestra las reacciones de los Leguineche al 23-F.