Estoy harto de escuchar por ahí que Clint Eastwood es el último clásico, el final de una estirpe de directores de cine con casta y sabiduría, estoy harto de todas esas gilipolleces, y si yo estoy harto ¿cómo estará el propio Eastwood? Si bien es cierto que Clint Eastwood es quien mejor sabe imprimir a sus films esa atmósfera (dotada de unos cánones morales pero envueltos en un halo de violenta realidad) tan cinematográfica que mamó de Siegel o Leone (los cuales no son clásicos americanos ni de coña), también es cierto que lo único que quieren decir los patéticos críticos americanos es que es el más viejo en activo.
A parte de qué es o qué deja de ser este espléndido director (revisitad “El aventurero de medianoche”, 1982 o “Cazador blanco, corazón negro”, 1990, entre otras muchas) tenemos que ha vuelto con una película sobresaliente: “Mystic River”. Eastwood vuelve con el género que mejor conoce (no el western no) el thriller, pero esta vez enmarcado en un complicado argumento con alto contenido moral, un niño es secuestrado por unos violadores, muchos años despues éste niño es sospechoso del asesinato de la hija de uno de sus amigos. Kevin Bacon es el alter ego de Clint Eastwood, el investigador del crimen, Sean Penn es el padre de la víctima y Tim Robbins es el sospechoso. Los tres amigos de ficción en la infancia, los tres grandes actores (a alguien se le ocurre un trio protagonista mejor), los tres actores-directores de cine en la realidad (al igual que el propio Eastwood). Los secundan la inexpresiva Laura Linney y el rudo (ya se que no solo rudo) Laurence Fishburne (director de “Once in the life”, 2000, todo sea dicho). A pesar del relativo fracaso en Cannes (¿a quién le importa un mísero festival?, ejem…) “Mystic River” es un thriller psicológico (más psicológico que thriller) que hará las delicias tanto de los admiradores de “Medianoche en el jardín del bien y el mal” como de los de “Escalofrío en la noche”.