No es que Nicolas Cage me vuelva loco, tampoco la delgaducha Dern, pero ambos se han portado como actorazos a las órdenes de David Lynch. “Corazón salvaje” consiguió la Palma de oro en el Festival de Cannes y con ello el regalo para Lynch de un futuro engalanado de posibles inversores (aunque, aún así, no sea facil) europeos para sus películas.
Además de la pareja de paletos encarnada por Nicolas Cage y Laura Dern (impagables Sailor Ripley y Lula Pace) nos volvemos a encontrar con una cejijunta Isabella Rossellini (en el papel de Perdita Durango, posteriormente interpretado por Rosie Pérez en la homónima película de de la Iglesia), un inconmesurable Willem Dafoe, en el papel de Bobby Peru (el más macarra habitante del pueblo del gran atún), Harry Dean Stanton en otra de esas interpretaciones suyas de las que te cuesta creer que verdaderamente está actuando (recuperad “Paris-Texas”) o la madre en la vida real de Laura Dern, Diane Ladd, en un papel tan extraño como histérico. Con respecto al reparto añadir también una breve interpretación, como chica accidentada, de Sherilyn Fenn en una buena escena de agonía contenida.
Por otro lado la película es un pastiche convenientemente remozado al estilo de films como “Bonnie & Clyde” (un pastiche entre “El mago de Oz”, el más puro estilo tex-mex y ciertos toques de gore palurdo y resultón, sin olvidar el sexo más rumiante), que, si bien, no resulta totalmente redondo, si tiene algunas de las mejores escenas de la filmografía de Lynch. Ahí está la escena del acoso de Bobby Peru a Lula en la apestosa habitación de motel de Big Tuna o el patético atraco llevado a cabo por Peru y el ingenuo de Sailor, el asesinato de Johnny Farragut o la escena del accidente de tráfico. 1990 fue el año de “Wild at heart” (mal traducida por “Corazón salvaje”, ya que la traducción debería de ser “Salvaje de corazón”), un año en el que hasta Barry Gifford pudo sentirse orguyoso (recordemos que está por ahí la segunda parte literaria “La vida desenfrenada de Sailor y Lula” en Anagrama).