Ya se nos han olvidado las Navidades, las alegrías y hasta las rebajas de enero, quedaron atrás los regresos a casa, los reyes magos y la depresión provocada por la intensa felicidad falsa que promueven los medios. Quedó atrás un buen año para el cine español, “Alatriste”, “Volver” y “AzulOscuroCasiNegro” se contaron entre las más destacables. Se fue el 2006 habiendo desperdiciado dinero (en superproducciones como “Piratas del Caribe: el cofre del hombre muerto”, “El código DaVinci” o “Poseidón”), llevándose a Robert Altman o Eloy de la Iglesia (me hace pensar que un día también me iré yo), habiendo convertido el género documental en una suerte de Esta es su vida ( la introspectiva “Grizzly Man”, el picaresco retrato de “Esta no es la vida privada de Javier Krahe” o la vitalidad de “Amamos a Maradona”), golpeándonos, como cada año que pasa, con la vida en la cara.
Nos trajo la consolidación de una nueva generación internacionalista en el cine mexicano, Guillermo del Toro (“El laberinto del fauno”), Alfonso Cuarón (“Hijos de los hombres”) y Alejandro González Iñarritu (“Babel”) son jóvenes y tienen talento, tienen dinero y la vista puesta en un futuro prometedor (a veces me siento tan lejos de todo eso como la política de los problemas reales). También los españoles hicieron las Américas, Javier Bardem estuvo en “Los fantasmas de Goya”, Luis Tosar (compañero de Bardem en “Los lunes al sol”) en “Corrupción en Miami” y Elsa Pataky o Elena Anaya se enfundaron alguno de esos aburridos roles femeninos que abundan en el cine USA.
Tuvimos a George Clooney y un sinfín de animación digital (y algún clásico instantáneo de las 2-D: “El castillo ambulante”), vaqueros homosexuales y adaptaciones literarias de alto postín, a un reportero kazajo interpretado por un actor inglés de origen judío y un anarquista catalán interpretado por un alemán de madre española, tuvimos superagentes, superhéroes y hasta supernovias (“Kill Bill” al margen, ¿cuánto tiempo lleva Uma Thurman sin levantar cabeza?). Y como la vida es un inexorable continuo de sucesos de gran similitud entre ellos, en el 2007 tendremos mucho más de lo mismo. Como a todos, supongo, me hace mantenerme en pie el pensar que en algún momento todo puede cambiar, pensamiento que se acerca más a la fe religiosa que al puro razonamiento analítico.
En el 2007 habrá más secuelas de los grandes éxitos, volverán Jack Sparrow (el final de la trilogía de “Monkey Island”, perdón, de “Los piratas del Caribe”), Spiderman (250 millones de euros ha costado la broma), Harry Potter (yo no llevo la cuenta), Hannibal Lecter (David “Seven” Fincher está en la dirección), Shrek (¿alguien lo dudaba?), John Rambo (o eso a prometido Silvester Stallone: “Rambo IV: peral of the cobra”), Axel Folly (si, al parecer habrá un “Superdetective en Hollywood 4”), John MacLane y Michelle Pfeiffer (tras 5 años de sequía vuelve con dos películas: “Stardust” y “I could never be your woman”), sólo Dios sabe cuantos más. Mientras nosotros seguimos deambulando en busca de no-sé-qué, el cine seguirá fluyendo como artificio que ha cobrado vida.
Pero las verdaderas perlas del año estarán en “The Simpsons Movie” (sin duda la estrella del año), en el programa doble de cine hollywood sobre armazón de cine de Serie B que proponen Quentin Tarantino y Robert Rodríguez en “Grindhouse” (zombies alienígenas invadiendo la tierra en “Planet Terror” y asesinos en serie al volante en “Death proof” que recupera los programas dobles de los autocines americanos de los 70 en un mar de referencias y guiños) o en el “Sweeney Todd” de Tim Burton (adaptación de un musical de Broadway sobre un barbero y sus difuntos clientes).
Pasarán también todos ellos, asesinos en serie y hombres araña, se graduarán los alumnos y hasta morirán los profesores, pasará “La flauta mágica” de Kenneth Branagh y “El diario de los muertos” de George A. Romero, acabará el 2007 y nosotros seguiremos preguntándonos qué es lo que salió mal, seguiremos contando con los dedos las estrellas que se apagan, y, otra vez, será una mala manera de empezar el año.