A decir verdad me encantó “Sin City”, disfruté como un puto crío yendo y viniendo por ese cenagal de personajes a medio camino entre la mitología mas desencantada y el folletín policíaco, me deleité en esos personajes de trazos tópicos bendecidos (eso si por la mano de Frank Miller, Dios de este universo revestido de brea) con una profundidad psicológica de agradecer, en esos argumentos que mezclan los cánones clásicos del género con los giros argumentales (a nadie se le escapa que la estructura es basicamente “Pulp Fiction”) mas postmodernos. Pagué 4 euros y medio y no me sentí tan engañado como otras veces.
Normalmente pondría mala cara a que unos colegas se junten y para divertirse se gasten cantidades ingentes de dinero, bueno, al menos si yo no estoy entre ellos. Pero bueno, el resultado de la fiesta que se pegaron Robert Rodriguez, Frank Miller, Quentin Tarantino, Bruce Willis, Michael Madsen, Benicio del Toro y toda la peña es bastante satisfactorio para mi (aunque no soy Jesús Palacios o Fausto Fernández), no solo porque técnicamente sea una película, si no verdaderamente original, si muy estimulante en ideas (da mucho juego la representación fílmica de ese mundo en blanco y negro de los cómics de Miller, ese blanco opaco de que tiñe la sangre), sino también porque entre los personajes podemos encontrar a algunos personajes memorables. A destacar a Marv, el personaje (un personaje que habría hecho las delicias de Ron Perlman, al que seguro veremos en entregas posteriores de “Sin City”) interpretado por Mickey Rourke, esa mole humana de fuerza hercúlea modales de sicario, pero con un corazón de una sensibilidad muy personal, papel que demuestra que Mickey Rourke esta pasando por la mejor etapa artistica (de calidad entendámonos) de su vida (o tal vez fue del 82 al 87, bueno, que mas da). Bruce Willis pone la geta a otro de esos policias con honor de acero, de esos que se deben a su placa, pero esta vez hay algunos matices mas, el oscurantismo de los personajes millerianos no es indiferente para nadie. Clive Owen como un angel protector moderno, Rosario Dawson como una walkiria automatizada, Nick Stahl y Eliah Wood en unos roles tan fascinantes como surrealistas, Carla Gugino enseñando su generoso cuerpo, Josh Harnett como un asesino romántico (pero del Romanticismo aleman, entiéndanme) y una infinidad de caras y nombres que reafirman el tono de película de colegas, de rodaje coleguil.
Y en fin, si te gustaban los films de cine negro en los que Humphrey Bogart daba sopa con hondas a unos pipiolos, si te gustaban los últimos films de Sam Peckimpah, si flipabas con Shaft y con el Popeye, si te gustaba Tomas Millian o Jean Pierre Melville, Tarantino o Edgar G. Ulmer, pues tanto si una cosa u otra esta película te gustará , vamos que es raro que lo diga, si ni siquiera me han pagado por ello.