Ya tenemos en las pantallas (y será próximamente comentada con propiedad y corrección) “Elephant” de Gus Van Sant, reflexión sobre la juventud, sus ansiedades y demás. Que mejor momento para recuperar una película que veo desaparecer de las estanterías de los videoclubs (de hecho recuerdo haber visto alguna copia en video en mi juventud), y desde luego no he visto que nadie reedite dignamente (existe una copia con un doblaje paupérrimo) la “Quadrophenia” de The Who (a lo mejor ofende a Franc Roddam, el director y co-guionista, pero en este caso los productores, con The Who Productions, se llevaron el gato al agua, amén de ser Pete Townsend creador de la opera rock en la que está basada).
Rondaba el año 1979 y los ya míticos The Who estaban montados en el dolar, así que decidieron rememorar los años 60 del guión de Dave Humphries, Martin Stellman y Franc Roddam, fresco modernista de las dos tribus urbanas predominantes en Inglaterra en aquella época: los mods y los rockers. Los mods con sus scooters (triunfaban las vespas) y sus percas-chubasqueros; y los rockers enfundados en cuero negro. La angustia adolescente salta al público de mano de un acertado (y posteriormente olvidado) Phil Daniels, Jimmy en el film, que verá como todo lo que considera bases fundamentales de su vida, sus amigos y su entorno se desmoronan tras un alocado viaje a Brighton en el que se entrelazan drogas de diseño (¿qué creíais que eran patrimonio de los 90?), sexo, violencia policial y luchas de bandas. La pérdida de la chica de la que está enamorado, el tener un amigo de la banda rival, y otros muchos más tópicos de las películas de adolescentes (y de pandilleros, aquel mismo año Walter Hill realizó ese western pandillero que es “The Warriors”) cogen consistencia en este film gracias al trasfondo mod, inédito en el cine antes de este film (y me temo que después también, al menos de una manera importante).
A destacar la participación de la rutilante (entonces más que ahora, seguro) estrella del pop (gracias a The Police) Sting, interpretando al desencadenante último de la decisión del protagonista: Ace face, traducido aquí por As de oros, chulo, pincho y ligón, un papel a la altura de Sting (y lo digo porque es secundario sin muchas frases). Los mods querían ser diferentes (“Yo no quiero ser igual que cualquier otro, por eso soy un mod” le espeta Jimmy a un amigo rocker), pero no más que cualquier otra generación de jóvenes. Los mods han sido la más efímera de las tribus urbanas, más rápidos que sus vespas, pero más lentos que la guitarra de Pete Townsend. La juventud necesita ser comprendida, en los 60, los 70, los 80 o en la actualidad, y de hecho nunca lo será, al menos por los que no pertenecen a ella y no comparten los mismos ideales. Hablar de juventud es hablar de algo tan efímero como los mods, ellos son en cierto modo la metáfora perfecta de la juventud.