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Qué felicidad y belleza hace unos años cuando me masturbaba por puro placer hedonista y podía disfrutar tirado en mi sofá o en una butaca de cine de la transgresión, comicidad absurdista y terror adulto e inteligente que me regalaban directores tan destacables como Alex de la Iglesia, Peter Jackson y Guillermo del Toro. ¡Qué tres gordos!, en todas sus facetas: fisicas, mentales, cinematográficas, …

Y me pregunto: ¿qué ha convertido a estos enfants terribles en unos subnormales agilipollados que, cada uno en su campo, se mete por el culo un vibrador king size viendo las más pochas peliculitas de Spielberg? ¿quién les ha dicho a estos amariconados directores que debían abandonar la frescura y los presupuestos nada holgados para sacarse mocos y vendérnoslos como superproducciones imprescindibles?

No creo que, francamente, Alex de la Iglesia piense que “800 balas” es un digno homenaje a los spaguetti westerns. Y si de verdad lo piensa será porque la muy puñetera es tan mala, tan sosa, tan inerte, tan falta de tensión, acción, argumento, concepto, mensaje, … como algunas de las putas cimas del western almeriense rodado por una institución de deficientes mentales realizando terapias cinematograficas alternativas. ¿Dónde está la gracia de género que emanaba “Acción Mutante” y en menor medida “El Día de la Bestia”? ¿Se la regaló de la Iglesia a Dario Argento (que al condenado falta le va haciendo)?

“800 Balas” comienza de manera sosa (estrategia inteligente, porque el niño protagonista tiene el carisma de una patata cocida dentro de una olla con 200 patatas cocidas, supongo que el encargado de casting seria el personaje de Gene Hackman en El jovencito Frankestein), continua a trompicones con algunos gags que provocan una semi-sonrisa (aunque no merece la pena citarlos) y concluye con un final que confirma la poca imaginación de Alex de la Iglesia para finalizar sus historias (y para más cosas). Tanto el final de “El Dia de la Bestia” (patético), de “La Comunidad” (mejor no hablamos) o de la medianía de “Muertos de risa” dejan la sensación de que podías haberte ido a ver alguna otra mierda.

Y qué decir de Guillermo del Toro, el clon mexicano de Alex de la Iglesia nos impresionó con la fenomenal “Cronos” (historia moderna de vampiros nada convencionales protagonizada por Federico Luppi), y en cuanto nos descuidamos el muy revientagranos se fue a los jodidos Estados Unidos para rodar el bodrio total que fue “Mimic” (sólo la podía haber salvado que Mira Sorvino fuese con las tetas fuera toda la película, al menos asi podria haber dado rienda suelta a mi afición preferida). La escasa (escasa hasta en calidad) “El Espinazo del Diablo” me entro por los ojos y me salio por el culo en menos tiempo del que tardo en eyacular ascos sobre la cara de un director mediocre. Y qué decir de “Blade II”, ¿es una película de verdad o es la introducción de un apestoso juego de rol de esos a los que están enganchados los descerebrados? ¿era necesario cagar otra vez sobre el montón de mierda que era “Blade”? Si quieren escenas de acción que contengan algo más que el baile de un paralitico vea “The Last Action Hero” o “1997: escape from New York”, donde la acción tiene detrás un mensaje (bueno o malo pero un mensaje). Si, por el contrario, lo que quieres es llenar tu cerebro de aire de pedo pues date prisa, ¡rapido!, ve al videoclub y coge Blade I y II y, de paso, te metes en vena la filmografia americana de Jet Li. Que pena que desde el mundo del cómic tenga que aguantar este abuso (aunque desde luego el cómic de Blade no es la joya de la corona ).

La escusa de llegar a mas gente a convertido al genial director de “Bad Taste” y la soberbia “Meet the Feebles” en un chupapollas del tamaño de su Nueva Zelanda natal. Y no es que me importe que alguien se gaste tropecientos mil millones de petrodolares, es que lo ha que ha hecho con ellos es la mas deplorable metida de pata de los últimos años. Al margen de otras cosas me resulta mortalmente intolerable que la única manera de disfrutar de una pelicula sea en formato pantalla de cine o con el puto Home Cinema de los cojones. ¿Qué cojones pasa con los que no tenemos ni un duro? Puedo disfrutar hasta la saciedad de cualquiera de las obras maestras de Edgar G. Ulmer en copias VHS ralladas, ver ir y venir gangster en blanco y negro con metralletas de juguete y efectos sonoros deplorables. Pero, desde luego, me cuesta muchisimo disfrutar de esta historia que confirma a Peter Jackson como un gran misógino, de 150 kilos mas o menos (¿haría “Criaturas Celestiales” para meterle mano a la Winslet?, que hay que ver lo potentemente jamona que está). Si bien es cierto que el libro es ese tipo de libros que te convierten en un famélico comemierdas al estilo de mis odiados juegos de rol, la pelicula reproduce de manera fiel ese submundo de babosos que les pesan los huevos de tanto honor y compañerismo que llevan dentro.

Un par de nenas, tan alejadas de Heidi (la hipopótama protagonista de “Meet the Feebles”) como el cerebro de George Bush (padre e hijo) de una neurona eléctricamente activa, y un atajo de nenes que en vez de ponerse a follar entre ellos (lo que realmente desean) se dedican a largar por sus bocas las más cursis frases que ha dado el cine desde el vómito cinematografico de la pedorra de Britney Spears llamado “Crossroads”.

En definitiva, si algún día alguno de estos tres muertos se dedicara a colocarse un electroshock en las sienes para expulsar de sus cerebros toda la lefa que les ha quedado de tanto chupar pollas, a lo mejor en el pecho y termina en la entrepierna, y si no deciden hacer tal cosa al menos que se acerque su lengua a mi culo, que se ma ha acabado el papel del váter.

 

 

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