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Yo soy de esos que en 1991 gozaron como unos auténticos hijos de puta con la secuela del clásico cameroniano de 1984 “Terminator”. Aquel ‘judgement day’ me encandiló con su trepidantes persecuciones (impresionante la huida de John Connor en su ciclomotor perseguido por un camión y salvado por Schwarzenegger en una Harley trucada, así cualquiera), sus efectos especiales futuristas (ese terminator de metal líquido creó discursiones sin fin sobre hasta donde podía llegar trasformándose) y su argumento plagado de interpretaciones temporales (lo que nunca dejará de ser irrisorio). Esta tercera parte promete más de lo mismo, y eso es lo que tiene que dar (una continuación lógica con parafernalia explosiva y trepidante), pues como se les suba a la cabeza que el hecho de hacer una secuela de una saga tan importante tenga que presuponer el convertir esta tercera parte en una retorcida mierda de vomitivo argumento retorcido y vano hasta la extenuación (y si, estaba pensando en “El planeta de los simios”) ya podemos dar por perdida este esperanzador (aunque en secreto) film.

Si la segunda parte fue una auténtica pionera (de las que ya entraban en materia y no pionera como “Tron”) de los efectos especiales informáticos, imaginaos lo que nos va a traer esta tercera parte. No soy un gran aficionado a esta clase de efectos (yo que me corro con el latex, y me ha salido un chiste por casualidad) pero disfrutaré con lo que me pongan. Tendremos efectos infográficos de sobra, para echarle a los cochinos (como se dice por aquí). Arnie, Nick Stahl y Claire Danes envueltos en una vorágine informática tan grande como la extrañeza que tendrían al rodar sin nadie delante o pintados (en el caso de Schwarzenegger) de verde fosforescente. Nada en comparación con la extrañeza de la actríz Kristanna Loken que da vida a la mala de la película, la Terminatrix (la sombra de matrix es como la del ciprés) que, siguiendo los pasos de Robert Patrick, se verá sustituida en innumerables escenas por animación por ordenador. En definitiva, cine de acción, para los que les gusta el cine de acción. Y es que el cine de acción es como la cocaina, no es saludable para una estabilidad cinematográfica de calidad, pero es que está tan bueno.

 

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