Y, llegó el momento, que muchos esperaban, que muchos esperaban en dos sentidos. Llegó el momento en que el mitificado Wes Craven volvió a ponerse tras las cámaras (el dinero escaseaba, de eso no cabe duda) para dirigir a su icono del terror adolescente: Robert Englund. Y, por otro lado, también llegó el, más malicioso, momento en el que la saga “Pesadilla en Elm Street” tropezó y cayó rompiéndose los dientes contra el suelo (algunos reclamarán que sólo fueron unos rasguños). Y es que es cierto que “La nueva pesadilla de Wes Craven” (¿1997?) no pasó el aprobado, mientras que la saga de “Viernes 13” tenía en “Viernes 13 VII. Sangre nueva” (1988) un digno sucesor a la altura de las anteriores.
Craven se lanzó de cabeza a un argumento metacinéfago que convirtió el film en un galimatías, en una simplona versión de la primera película pero ambientada en el mundo del cine, podría haber sido más, pero no lo fue. John Carl Buechler (y Rob Hedden, guionista de “Clockstoppers”, un año después en “Viernes 13 VIII. Jason toma Manhattan”), director en 1986 del film de culto “Troll” o encargado de los f/x de la saga “Ghoulies” (no obstante fue muy relacionado con Albert Band y Roger Corman) apostó por unos nuevos aires tan lejos y tan cerca del llorado Tommy Jarvis, una chica con poderes logra resucitar a Jason (quien lo diría), el asesino de su padre, y se las ha de ver con él. Todo había cambiado para el bueno de Jason Vorhees, al año siguiente viajaría a Manhattan para descubrir que la ciudad no era para él y más tarde (en 1993 y 2001) descubriríamos el secreto de su maldad (su corazón posee a sus víctimas para poder vivir eternamente) y lo veríamos viajando por el espacio (nunca un paleto había llegado tan lejos, a excepción, claro está, de Charlton Heston en “El planeta de los simios”). La carrera comercial de la franquicia de Sean S. Cunningham se incrementaba película a pelácula, pero la de Wes Craven se había estancado, nadie tenía ganas de volver a ver a los mismos protagonistas de la primera película (tal vez a Johnny Depp si, pero no al rudo John Saxon o a la cara de palo de la protagonista), y menos en sus falsoides vidas inventadas, pretendidas de realidad.
Y así, llegó el momento de unirlos, la New Line preparó un guión a la altura de los de “Pesadilla en Elm Street” (y no especulo sobre que altura será esa) y una robustez a la medida de “Viernes 13” (robustez campusina), habrá más partes así que no os volváis locos con la novedad. Mi aportación a una nueva entrega de crossing: unos extraterrestres llegan a la tierra, por medio de las películas de psico-killers descubren la clase de humanos que les interesan, así por generación espontánea (o alguna argucia argumental al más puro estilo Lynchiano) clonan a Freddy y Jason, y, por descontado, a Leatherface, Mike Myers o a Marte (espelucnante Michael Berriman en “Las colinas tienen ojos”), incluso al mismísimo Jack Torrance o al Bob Rusk del “Frenesá” de Hitchcock. La idea está en el aire, no tardará en caer.