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El otro día recuperé en el videoclub un film dirigido por un actor que me sorprendió gratamente, la segunda película de Peter Mullan como director (no conozco la primera) es una muy convincente reencarnación de los fantasmas más negros de las instituciones religiosas sufrida en las carnes de diversas (nos presentan a tres, pero terminan siendo cuatro protagonistas) muchachas en una especie de reformatorio al que los padres llevaban a sus hijas cuando creían que se iban a convertir en putones verbeneros.

“Las hermanas de la Magdalena” no muestra como el demonio está escondido bajo la cofia de esos inhumanos bichos llamados vulgarmente monjitas (terroríficos los carteles colocados por todo el edificio: “Dios es bueno”, “Dios es…”). Lo que más llama la atención es que el guión, obra también de Peter Mullan (que también se reserva un detestable, pero jugoso, papel como padre poco comprensivo), parece estar ambientado en plenos años 20, con una represión religiosa más intensa. Sorprende comprobar que son los años 60, los años de quemar sujetadores en masa, los años de follar con cualquiera, de enseñar las tetas asomada por el techo avatible de un Wolkswagen escarabajo, esos mismos años en los que el catolicismo radical irlandés (que aún trae de cabeza con sus enfrentamientos contra los protestantes) sorbía el seso a un nivel más alto que en la mismísima España franquista (auque podrían escribirse muchas páginas sangrientas de ésta índole a nivel hispano).

Con un estilo que recuerda (como no) al Ken Loach más carnal (el de “Lloviendo piedras” por ejemplo) “Las hermanas de la Magdalena” (que logró el León de Oro en el pasado Festival de Venecia), consigue soltar un coherente discurso anticlerical ayudado por unas eficaces actrices primerizas (y una genial Geraldine McEwan en el papel de madre superiora) y un ambiente que recuerda a la revolución industrial dickensiana. A destacar la escena (dan ganas de ahogar a las monjas del infierno) en que proyectan “Las campanas de Santa María” y se emocionan las muy perras. Habrá que seguir los pasos del Peter Mullan (excelente en “My name is Joe”) director, que si esta vez ha indignado al Vaticano haber si a la próxima arremete con Blair y sus secuaces. Ciao.

 

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