¿Qué tienen en común el pelirrojo cómico estadounidense Seth Green (muy divertido en su alter ego de Oliver Hardy, sé que ese era el gordo, en “El diablo metió la mano”), el rubiales anglicano Kenneth Branagh (recuperad la excelente “En lo más crudo del crudo invierno”) y el pelinegro John Cusack (perfecto en “Los timadores” de Stephen Frears, la película de Hollywood con más micrófonos dentro de plano de los últimos 25 años)? Si, me imagino que lo sabéis, los tres fueron trasuntos de Woody Allen en “Días de Radio” (sin duda la más explícita), “Celebrity” y “Balas sobre Broadway” respectivamente. Trasuntos como ahora lo es Jason Biggs en “Todo lo demás”, la cita anual con el cine del psicosomático newyorquíno por excelencia.
Jason Biggs y Christina Ricci son la gran novedad del nuevo film de Woody Allen, desde “Días de Radio” (y antes de ésta creo recordar que tampoco ) no colocaba Allen al frente del reparto a personajes menores de 35 años (aproximadamente, no seaís tiquismiquis), por lo demás: Nueva York, jazz, relaciones de pareja, … todo aderezado al estilo de la comedia de quien también se reserva un papel como instructor de su alter ego, el cual trata de que su relación con la promáscua Amanda vaya a mejor. La poco prólija, y no obstante admirable, Stockard Channing y Danny DeVito (¿aún no habeís visto “Smoochy”?) completan el reparto de esta comedia más como “Hannah y sus hermanas” que como “Granujas de poco pelo” (¿de verdad se llamaba así?).
Parece que el viejo Woody se resiste a cambiar su manera de hacer cine, se nota que trata de reciclarse (¿presión de la productora, tal vez?) por medio de esos jóvenes protagonistas (aunque se puede pensar que ya iba siendo hora) o por cierta amargura antes insólita en el cine del autor, si bien sus diálogos siguen conservando fuerza nos suenan ya a dejá vu. Y, si bien sus películas siguen siendo correctas y entretenidas (al menos para sus no detractores) ya no nos dicen nada nuevo, y es que el caso es que no creo que a Woody Allen le queden muchas más fases por pasar (para que se reflejen en su cine), a menos que padezca una larga enfermedad y su cine se torne oscuro y desesperanzador (bienvenido sería).