Si me pongo a pensarlo detenidamente no le veo sentido a todo este puto mundo del cine, supongo que es una mezcla de envidia y un sentimiento normal cuando te pones frente a algo tan contradictorio y decididamente absurdo como es a menudo el cine. Pero si lo pienso no puedo dudar que si estoy donde estoy, si nunca he conseguido nada en la vida es precisamente por que soy un vago, me he ganado todo lo que tengo, he ganado nada, apuros y tiranteces, gonadas y neuronas. Veo a gente que trabaja por con una sola cosa en mente, que se superan a si mismos desarrollando esa faceta que les encanta. Una vez más me convenzo de que tampoco es para echarse a llorar, ellos son ellos y yo soy yo, jamás seré un maestro de nada, aunque me paro unos segundos a escuchar a los alumnos de informática que, a mi alrededor, deciden lo que van a hacer este fin de semana y me siento mejor, será como lo de que siempre hay alguien detrás de ti para que tu no te sientas tan mal por estar detrás de alguien, ¿quién no ha tenido envidia de Kubrick?
Y bueno muchachos, asi fue como Kubrick entro en el mundillo de los grandes estudios, asi fue como empezó a montárselo de lo lindo con presupuestos importantes y estrellas reluctantes, como se codeó con el Coronel Dax, o con Kirk Douglas que para el caso es lo mismo. Esta historia de gladiadores que se sublevan, que rompen las cadenas, que derriban al opresor, que le dan por culo al patricio y al político, ademas se ha convertido con el tiempo en la película gay por excelencia, en el mayor espectáculo jamás dedicado al hecho de salir del armario, mas que “Priscilla, reina del desierto”, más que todo un prodigio de argumento al servicio de la amplitud sexual, de la bisexualidad, homosexualidad, amor interracial que atraviesa barreras de clases entre patricios y esclavos, entre jugadores de balonmano y borbones.
Aunque llegase tarde, aunque fuese por encargo, Kubrick, que siempre había sido un cerebral de cojones, sabía que aquello era lo que lo llevaría a una libertad creativa más avanzada, asi que también adornó con un high-concept al peplum por excelencia, El Espartaco de Dalton Trumbo desarrolla su relación con Antoninus (un Tony Curtis más enbadurnado de aceite que nunca) después de probar en la arena con un macho de color (Burt Lancaster se revolco con la Kerr en la arena de “De aqui a la eternidad”, pero los revolcones de Douglas con Woody Strode lo superan con creces), el personaje no es Van Gogh (excelente trabajo en “Lust for life”, mucho que ver con el tema homónimo de Iggy Pop, y quien diga lo contrario se equivoca), pero tiene garra, aunque sea una garra facilona. Por lo demás, oyuelos, torsos, ostras, caracoles, tangas y pinchos. Un Kubrick en perpetuo estado de deseo y una superproducción al servicio de Jonathan Shields, o Kirk Douglas que viene a ser lo mismo, que marcaron el inicio de los años 60, los años de la liberación sexual, de la desinhibición y del optimismo.
Y creo que no tengo nada más que decir de “Espartaco”, me agrada pero no me cala, es emocionante pero se pasa de rosca con el honor y con el hecho de que tu vida sirva para algo, con la colectividad fuenteovejunera y con la teatralidad hollywoodiense. Lo mejor es que no solo de Peter Sandza (o Kirk Douglas, que … si … viene a ser lo mismo) vive el reparto, y si Ustinov también constaba incluso como guionista no acreditado me jugaría algo pronosticando que llevaban Laughton (quien ya sólo participaría en la reivindicable “Tempestad sobre Washington”), Gavin (a recuperar un terror de culto: “Jennifer”, y la canción de Kante Pinrélico, claro), Ireland (con más de 80 películas aún por delante, excelente tanto spaguetti western y cine de terror, … y mas de 50 por detrás) o Lom (en 1970 … Van Henlsing para Jesús Franco) debajo de las togas.