CINEBLOG.NET

 

Y le decía a mi padre: “no puede ser, tiene que haber algo más, sólo que alguien te quiera, o formar una familia y tratar de mantenerla durante toda la vida no puede ser todo. No puedo fundamentar mi vida en cuidar de alguien, en protegerlo, en compartir mi vida e intentar la felicidad del otro, no puedo renunciar a todos esos sueños de mi infancia para que la especie perdure”. Aquellas palabras ya resuenan lejanas en mi memoria, se me encoge el corazón cuando pienso en lo poco que he conseguido en la vida, de lo poco que he conseguido en la vida con respecto a aquellos castillos de arena que construí con la ayuda de un cubo y una pala mágicos en alguna recóndita playa con mis anhelos haciendo las veces de granos de arena.

Desde que tengo memoria recuerdo haber querido ser director de cine, o escritor de fama, o fotógrafo de la agencia Magnum, artista plástico de prestigio o simplemente vividor bohemio y maldito. Desde que tengo memoria recuerdo sentirme fascinado por las vidas y obras de iconos de carne y hueso que escupían en el suelo y sentían con las manos. El protagonista del debut de Daniel Sánchez Arévalo (tras cortos tan destacables como “Profilaxis”, una oda a la masturbación anal de la que suponemos será fan, o “La culpa del alpinista”, desconozco si el alpinismo es otra de sus pasiones) “AzulOscuroCasiNegro”, está capeando con todos esos mismo pensamientos, por un lado está la promesa de la sociedad de que todo el mundo puede conseguir lo que se propone, las esperanzas de éxito profesional, económico y social, por otro lado todo lo que lo fija a la realidad, su hermano ex-presidiario y el inusual favor que le pide, la tozudez negativista de su padre o los problemas emocionales de un Sean Penn del extrarradio madrileño.

Daniel Sánchez Arévalo sabe poner el conflicto en medio de una vorágine de drama neorrealista, comedia negra o romance al límite. El conflicto entre lo que deseamos y lo que logramos toma el cariz de constitutivo de lo que seremos en la vida, según lo afrontes conseguiras las felicidad o no. No necesitamos redobles de tambor, girnaldas doradas o confeti al salir a la calle, a decir verdad es fácil evadirse de los deseos de grandeza cuando te sientes querido, cuando sientes que te necesitan, es muy fácil sentirte orgulloso y a la vez una minucia cuando ves por primera vez tus ojos en los de un recién nacido. Me regaño por dentro ante el olvido de aquellos castillos, cuando soñaba con Spielberg, los Oscars y John Carpenter. Pero detrás de todo no hay una renuncia, en “AzulOscuroCasiNegro” los personajes consiguen una estabilidad relativa gracias a la aceptación de unos valores tradicionales que normalmente nadie pone en duda (en los tiempos que corren, lograr serenidad es, desde luego, digno de elogio), pero eso no quiere decir que sean infalibles.

Así como tus padres abogaron por formar una familia y terminaron divorciados, así como tu hijo te odia y no hay reconciliación posible, así Daniel Sánchez Arévalo nos muestra como la distinción entre los caminos fácil y difícil no es más que circunstancial, la distinción entre los caminos correcto e incorrecto no es más que pura relatividad a posteriori. Echando la vista atrás, no me arrepiento de muchas cosas, Daniel Sánchez Arévalo está ocupando un sitio en el que me gustaría estar yo, y lo admiro profundamente por ello, pero yo estoy en el sitio donde quiero estar, tengo amigos y enemigos, queridos y odiados, tengo la vida alrededor de las sienes y gente para compartirla, tengo lágrimas de rabia y risas nerviosas, problemas de autoestima y superación de mis miedos, tengo un estómago enfermo y una cabeza sanísima, tengo el logos y la tecné, tengo mi mente en los ojos y el corazón en las manos.

 

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies