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Un tipo de pelos erizados en la linea de Don King, un bicho de latex verdaderamente exasperante, un matrimonio de penalty y un apartamento aderezado con un aparato de calefacción capaz de albergar funciones privadas de teatro. Estas fueron las bazas con las que el debutante David Lynch jugó para llevar a cabo, en 1976 (si no me equivoco), “Cabeza borradora” . Una de las películas más desconcertantes de los últimos 30 años. Con la inestimable interpretación de Jack Nance (al que posteriormente veríamos en “Twin Peaks” como marido de Piper Laurie, y que actualmente el centro de un documental de Lynch sobre su extraña muerte), David Lynch dio vida a un tipo de voluntad distraida que sin comerlo ni beberlo (o al menos eso dice él) le tocan una mujer más tonta que un capullo y un hijo recién salido de las cloacas purulentas de la mutación. Ya en esta primera película de Lynch se puede ver todas las obsesiones que torturan la invertebrada mente del cineasta: la sufrida paternidad, el surrealismo onírico, los monstruos humanos, la impotencia y un sin fin de golosinas para cualquier cinéfilo capaz de aguantar un film de factura tercermundista, en blanco y negro, con los diálogos justos y metafóricamente cabreante. “Eraserhead” (su título original) es de visión obligatoria para todos los que creen que el surrealismo murió con Buñuel y los que piensen que los directores salen de la nada.

 

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