En 1942, el famoso actor del cine de aventuras Errol Flynn fue acusado de violar a una menor; aquel mediático juicio que llenó titulares en todo el mundo vino a demostrar que los cánones morales hollywoodienses habían cambiado, y se había quedado atrás el rígido ‘código Hays’.
Siempre festivo, mujeriego y excesivo el actor australiano (de Tasmania, para más señas) Errol Flynn, era uno de los actores más carismáticos del Hollywood de los años 30 y 40 gracias a sus films de capa y espada (“El Capitán Blood”, 1935, “Robin de los Bosques”, 1938, o “El Halcón del Mar”, 1940, todas dirigidas por su compadre Michael Curtiz). Pero también era famoso por sus excesos etílicos y sexuales con amigos como Orson Welles, como corrobora la anécdota que dice que solía coronar sus fiestas tocando el piano con el miembro.
A pesar de estar casado (de 1935 a 1942) con la devorahombres bisexual Lili Damita, la vida sexual del bueno de Errol era muy activa fuera del lecho conyugal, y como aventurero que era no hacía ascos a nada, nisiquiera a las menores de edad. Parece que nadie había informado a ‘Robin Hood’ que en California estaba prohibido practicar sexo con menores de 18 años, incluso teniendo el consentimiento del menor. Cuenta la leyenda que cuando la policía lo informó de que había sido denunciado de ‘estupro estatutorio’ (violación a una menor’), sin abandonar su jocosidad habitual, Errol contestó: ‘ni siquiera sabía que existía ese animal’.
Una noche, la policía de Los Angeles detuvo a Betty Hansen por vagabundeo, iba tambaleándose por la calle tras alguna orgía etílica en casa de algún famoso. La policía encontró entre las pertenencias de Betty números de teléfono de algunos actores famosos como Bruce Cabot (que había protagonizado la famosa “King Kong” en 1933) o Errol Flynn. Cuando le preguntaron, la joven, que entonces tenía 17 años, contó una velada con ambos actores que había acabado en sexo para tres.
Errol Flynn se encontraba en pleno rodaje de “Gentleman Jim” (Raoul Walsh, 1942) y pronto negó todo lo declarado por Betty Hansen. Pero a la acusación se unió una bailarina llamada Peggy Satterlee, famosa en los círculos más libertinos de Los Angeles por sus enormes pechos y su poca edad (tenía también 17 años, aunque hacía tiempo que recorría las casas de las estrellas de fiesta en fiesta). Peggy declaró que el espadachín había abusado de ella en numerosas ocasiones durante un viaje en el yate del actor.
El primer juicio contra el protagonista de “Murieron con las botas puestas” (Raoul Walsh, 1941) se saldó con una absolución sin problemas. Las versiones de las jóvenes no parecían sostenerse y el jurado no creyó las versiones que las jóvenes daban de un Errol Flynn como la personificación del mal. Errol volvió a su casa y organizó una fiesta por todo lo alto, repleta de champán y mujeres; aunque la celebración no duraría mucho ya que la Oficina del Fiscal del Distrito decidió procesar al actor desoyendo lo que el jurado había decidido anteriormente.
Con el abogado de las estrellas Jerry Geisler como defensor (el cual logró que nueve de los doce miembros del jurado fuesen mujeres, para asegurar el apoyo a su defendido), Errol Flynn afrontó el segundo juicio con su habitual despreocupación. Geisler optó por desacreditar a Betty y Peggy, lo que no parecía ser muy difícil en vista de sus conocidos escarceos con el alcohol, el sexo y las drogas. A Peggy la desarmó cuando esta no supo explicar porqué había tardado un año en darse cuenta de que la habían violado. Y a Betty la hizo aceptar que ella misma quería que el galán se desnudase cuando estaba con el.
Así, lo que 10 años antes hubiera significado el final de cualquier carrera cinematográfica, se convirtió casi en publicidad gratuita para el inminente estreno de “Gentleman Jim”. La moral estadounidense parecía haber virado hacia cierto progresismo cool, lo que desbarató los planes de las fuerzas de la ley, que con este juicio pretendían dar un toque a la industria cinematográfica, la cual había dejado de pagar sobornos y demás tasas ilegales a jueces y altos funcionarios de la ley. El cine de evasión que llenaba los bolsillos de Jack L. Warner no tenía problemas de censura y los políticos echaban de menos los maletines que compraban su silencio años antes, cuando el cine se salía de los estándares morales del ‘código Hays’.
Errol Flynn siguió haciendo películas durante 20 años; 20 años plagados de escándalos como su afinidad con el gobierno de Fidel Castro y éxitos de taquilla como “Objetivo: Birmania” (Raoul Walsh, 1945). Hasta que en 1959, el castigado cuerpo del icónico actor decidió bajar por fin el ritmo. Tras su muerte Florence Aadland publicó el libro ‘The Big Love’, donde explicaba que su hija Beverly de 15 años había tenido relaciones sexuales con Flynn en los tiempos en que rodaban el bodrio “Cuban Rebel Girls” (Barry Mahon, 1959), que supondría el ultimo film del cachondo aventurero.