Roscoe Arbuckle era un simple ayudante de fontanero, orondo y bonachón, hasta que el prolífico actor, productor y director de cortos cómicos Mack Sennett le vio madera de humorista en 1913, mientras este le desatascaba el desagüe. Le puso el apodo de ‘Fatty’ y comenzó a ponerlo en situaciones que siempre acababan en ridículas persecuciones, golpes en la cabeza o tartazos. Y tal fue el éxito que en sólo cuatro años pasó de cobrar tres dólares al día a cinco mil a la semana.
Virginia Rappe, era una modelo de Chicago, que se había hecho famosa por aparecer en la portada de la canción ‘Let me call you sweetheart’. Llegó a los Keystone Studios de Sennet para interpretar pequeños papeles de chica guapa, y cuenta la leyenda (la malas lenguas, para ser exactos) que dejó un reguero de ladillas y que obligó al productor a cerrar el estudio para fumigarlo todo.
Entre comedia frenética y comedia frenética, Arbuckle se fijó en Rappe (que buscaba su hueco entre el estrellato hollywoodiense) y convenció a una amiga común, Bambina Maude Delmont, para que la llevase a una fiesta salvaje que iba a dar para celebrar un reciente contrato millonario con la Paramount. Alcohol, mujeres y música jazz se reunieron en tres habitaciones contiguas del Hotel St. Francis, en San Francisco, y la fiesta comenzó el 3 de septiembre de 1921. Tras dos días de fiesta desenfrenada, todos borrachos de ginebra y whisky, con las chicas semidesnudas y la música a todo trapo, Arbuckle cogió a Virginia y llevó a la joven hasta el dormitorio de la habitación 1221, no sin antes hacer un guiño cómplice a los asistentes, los cuales lo ovacionaron.
Al poco tiempo, los gritos de dolor extremo que provenían del dormitorio llevarón a las chicas de la fiesta a precipitarse hasta la puerta. Arbuckle salió satisfecho, con tono burlesco, con el sombrero de Virginia puesto y dijo: “Entrad, vestidla y lleváosla”. Virginia seguía chillando y llorando, y Fatty amenazó con tirarla por la ventana. Virginia se retorcía de dolor y fue llevada al hospital, en el cual murió tres días después. En las causas del fallecimiento se decía que ‘la vagina de Virginia había sido forzada de forma tan violenta como para causarle muerte por peritonitis’. Los sensacionalistas titulares de los periódicos proclamaban: “La Orgía de Arbuckle. El violador danza mientras muere su víctima”. Al parecer, Arbuckle, enfadado por no haber podido tener una erección, le había introducido una botella de Coca-Cola (o de champagne) a Virginia, y después había repetido la ‘penetración sustitutoria’ con un trozo de hielo. Arbuckle se declaró inocente desde el principio.
Aún con el apoyo de personalidades como Buster Keaton (a quien Arbuckle había dado su primera oportunidad en el cine), los diversos juicios que se celebraron (dos juicios nulos y uno en el que fue declarado inocente) se convirtieron en el primer gran proceso judicial de Hollywood, en un escándalo sin precedentes que acabó con la carrera del orondo actor (a pesar de su supuesta inocencia), a manos de la Oficina Hays, responsable de la calidad moral del cine, que prohibió todos sus films; así como su vida personal. Con apoyo interesado de los omnipresentes medios de comunicación del magnate William Randolph Hearst, en los juicios se mostraba a Virginia como una ingenua e inocente chica violada por el repugnate y poderoso Roscoe, idealizando sobremanera la que había sido conocida por sus escarceos sexuales por todo Hollywood.
Es de suponer que nunca sabremos qué pasó de verdad. Roscoe ‘Fatty’ Arbuckle murió de un ataque al corazón en 1933, a los 46 años; pero la historia fue sumando leyendas urbanas y testimonios que iban surgiendo de aquí y allá (se hablaba de un aborto mal hecho). Convirtiendo aquella fiesta salvaje en el primer gran ‘punto negro’ de la vida de Hollywood.