No se había olvidado Coppola de su admirado bluesman, para su supuesta recuperación, “Cotton Club” (que tampoco fue el éxito que se esperaba), volvió a contar con Waits como Irving Stark. Descansaría, Waits, para componer y editar el excelente “Rain Dogs” durante 1985. Al año siguiente conocería a otro director importante en su carrera: el incorruptible Jim Jarmusch. El cantante californiano interpretaría a DJ Zack en “Bajo el peso de la ley” (el estandarte que enarboló a Jim Jarmusch como el iconoclasta prometedor que luego ha demostrado ser) amén de incorporar dos temas a la banda sonora. Tras “Tallo de hierro” y “Candy mountain” (en la que actuó, cantó y trabajó en la banda sonora) volvió a trabajar con Jarmusch interpretando con su característica voz (y solo con la voz) a un pinchadiscos de la radio en “Mistery train” (1989).
Tom Waits se había forjado una carrera de secundario en películas independientes (ya se empezaba a vislumbrar el bombazo de este cine en los 90) y de autor, en rarezas y demás excentricidades (la banda sonora de “Nombre: Carmen” de Godard, por ejemplo). Lo siguiente no fue menos, “Cold feet” del mediocre Robert Dornhelm y “Bearskin: an urban fairytale” de ¡¡¡¡Anne Guedes!!!! (si la de nos niños en macetas), y la secuela de “Chinatown” dirigida por el mismísimo Nicholson: “The two jakes”. Antes de su importante papel en “Jugando en los campos del señor” (de su viejo amigo Babenco) hizo breves intervenciones en la medievalmente urbana “El rey pescador” del inglés adoptivo Terry Gilliam o en “Queens logic” (del otrora prometedor director de “The Buddy Holly Story” Steve Rash).