“Como humo se va” es el título de la película con la que el duo humorístico y musical compuesto por Cheech Marin y Tommy Chong debutaron en el cine. Algunos estareís pensando que quien cojones son los tipos estos, estoy hablando de 1978, de los antecesores de “Los colegas del barrio” o “Medio flipao” en cuestión de comedia descerebrada más o menos adolescente y aderezada por marihuana, hachís, ácidos varios y toda una gama de drogas al servicio de dos colgados que, de un lado para otro, ni se las ven venir.

Lou Adler, dirigió “Como humo se va” sobre el guión de Cheech Marin (al que últimamente hemos podido ver en “Abierto hasta el amanecer” o “Desperado”) y Tommy Chong (que tiene un papel de viejo hippy en “Aquellos maravillosos 70’s”) en el que dos tipos de procedencias distintas han de transportar una furgoneta fabricada con marihuana desde Tijuana. El simplón argumento no deja lugar a dudas sobre las intenciones del film, ninguna más que hacer que te partas un poco el culo (siempre que no te importe que hagan chistes sobre drogas, las consuman y se rían de la policía). Algunas escenas son memorables: como el registro que la polícía de la aduana Mexico-Estadounidense imparte a una monjas (las caras de las monjas son impagables) o cuando se fuman un porro del tamaño de un chorizo de cantimpalo y Tommy Chong cuenta que lo ha hecho con las heces de su perro. Y pensareís, ¿qué cojones me importa a mi una película como esta? ¿Cómo que qué os importa botarates? ¿No os daís cuenta?, el cine se está convirtiendo en una gran institución presidida por los mismos carcamales ricachones que presiden las naciones. La droga, el sexo o la violencia (con excepciones aisladas, por supuesto, faltaría más) no se muestran como realmente son, la artificialidad del cine está siendo absorvida por el público, que ve en el cine comportamientos como realistas cuando los cree así por haberlos copiado él mismo de la pantalla. Haber si al final vamos a terminar olvidando que el cine es vida, pero la vida no es cine.