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Recuerdo a algún padre exhortándo que no hay que evadirse cuando nos sintamos agobiados, cuando no veamos salida, hay que afrontar las cosas, comérnoslo todo tal y como viene. No sé si es el cambio generacional, la diferencia de edad o mi visceral absentismo mental, pero a mi todo eso me suena a triste, me suena a desencantado, aquí, mirando los árboles agitá ndose por el calido viento, oyendo a lo lejos una ambulancia, viendo como se alejan andando los últimos resquicios de comunidad que aun quedaban, pienso en la Serie B, en como el cine, para mi, siempre ha sido Serie B, siempre ha sido entretenimiento, para mi es mi vida alternativa, para Edgar G. Ulmer era su manera de vivir.

Edgar G. Ulmer es posiblemente el director mas heterogéneo de todos los directores que han pisado Hollywood, un auténtico prodigio de artesania y desparpajo. Ya había hecho sus trabajillos antes (el diseño de produccion de la “Sodoma y Gomorra” de Michael Curtiz o “El Golem” de Boese y Weneger), pero desde que en 1931, de manos de F. W. Murnau, participara en “Tabú” (esa joya del surrealismo etnológico) como supervisor de montaje, ayudante de producción e, incluso, como tercer guionista en discordia (tras Murnau y, por supuesto, Robert Flaherty), las puertas del paraíso americano del cine parecieron abrirse. Pero no se abrieron del todo, Ulmer había dirigido ya un éxito para la Universal: “Satanás” (“The black cat”, 1934), pero, al parecer, se enamoró de la secretaria y esposa del sobrino de Carl Laemme Jr. (que le había producido “Satanás”) y la leyenda dice que esto lo encerró en la serie B (incluso Z), se dice que ningún rodaje posterior a “Satanás” duró mas de 6 días.

Supongo que en realidad es una suerte para nosotros, en vez de tener otro Curtiz, otro Siodmark u otro Hawks, pues tenemos un genuino Edgar G. Ulmer. Ulmer caminó sobre los mas diversos géneros, convirtiendo guiones que eran verdaderos despropósitos en decentes muestras de cine barato, como esas flores en la basura que decían los Sex Pistols. Sus aportaciones a la ciencia-ficción son de las más bizarramente destacables de la época del drive-in: esa “Daughter of Dr. Jekyll” (aqui llamada “La hija del médico y la bestia”, con el icono John Agar) en 1957, “The amazing transparent man” y “Beyond the time barrier” (ambas de 1960) o “El hombre del planeta X” de 1951 (uno de esos alegatos, que se dejaban entrever escondidos, contra el fascismo maccartista de los 50, un sainete amargo en el que además el extraterrestre era negro!!, y atentos al final del film, todo un clasico de los mensajes entre lineas).

Me pregunto si la búsqueda entenderá de buenos y malos objetivos, estoy concluyendo una etapa de mi vida y me gustaria saber hacia donde dirigirme ahora, me gustaria que todo estuviese claro, que todo estuviese categorizado en la Naturaleza, me encantaria que hubiese una búsqueda correcta. Ulmer fue un buscador empedernido, trabajo en Italia, Alemania o hispanoamerica, en films de piratas, bélicos, de gansters, comedias y dramas, pero no todo fue rodar y rodar a la búsqueda de financiamiento. También tuvo films de importancia inmediata, de éxito de crítica, esos golpes en la espalda que necesitas para seguir hacia adelante. “Detour” (1945) fue uno de esos films rodados en 6 días y con actores desconocidos (a los que Laemme lo habia relegado) que se convirtió en clásico, una de esas historias de cine negro, con suplantamientos de personalidad y personajes rudos que Ulmer parió a partir de un presupuesto mínimo. Al año siguiente rodó “La extraña mujer” (digno melodrama, excelente construcción del personaje de esa trepadora que es Jenny Hager que era Hedy Lamarr) y en 1948 “Ruthless”, otra dignísima pieza de cine negro donde se vuelven a mezclar la obsesión y el dinero.

Al final todo se acaba, hasta lo mejor (y, qué cojones?, hasta lo peor se acaba), yo nunca he sido de los que piensa que hay cosas eternas, que estarás con tu novia toda la vida o que nunca saldrás de una depresión, pero cuando vives intensamente no te paras a pensar en el final, ese final que siempre llega, para Ulmer llegó en 1972, tras coproducciones y series Z, supongo que, de nuevo, pasa en el cine como en la vida real, las cosas no pueden ser apreciadas en todo su esplendor hasta que no han terminado, hasta que no las observas en su completitud, boh!, que mas da, yo ya nunca seré Edgar G. Ulmer, y jamás volveré a estar ayer.

 

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