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Isabel Coixet, esa tia con cara de tonta (no digo que lo sea, aún) que ha dirigido una decena de anuncios de compresas (los más apestosasmente pop de la historia de la televisión) vuelve a penetrar en las mucosas de su universo de dramón decimonónico aupada por la productora de, siempre predispuesto a elevar las penurias humanas más lacrimógenas, Pedrito Almodóvar (alias, beato oficial del reino). “Mi vida sin mí” pone en funcionamiento las consabidas obsesiones de esta pija catalana.

Una tiparraca interpretada por la excelente Sarah Polley (busca en tu videoclub “Viviendo sin límites”) descubre que le quedan escasos meses para morir (muy original), así que tiene que querer a su marido (que alguien le pegue un tiro a ese pelmazo) y a su hijo (ohhhh) más que nunca. Lo que en el film “Cosas que nunca te dije” era drama cotidiano con cierto tufo a indi americano (o gran tufo), es en “Mi vida sin mi” drama sin contemplaciones al estilo de los putos románticos alemanes. Si vomitaste (es un decir, por ahora) con “A los que aman” entenderás lo que digo, no es que sea igual pero da las claves para entender a esta tarada del sentimentalismo más estomagante. Si al menos el film nos ofreciese algo original (para variar), se vería con más moral, pero en vez de eso nos sumerge en las desesperanzas y pensamientos ya encontradas en los personalísimos mundos de Bergman o Sirk. Además de por Sarah Polley, sólo recomiendo esta historia (de Corín Tellado, je) para eliminar toxinas.

 

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