No se que decir, pero parece ser que la gente no ha tirado de la cadena directamente al ver “The Hulk”, como parece ser que Ang Lee ha dado un toque personal que se agradece (¿como es la gente tan poco exigente?) a la odisea de Bruce Banner voy a hablar un rato de un superhéroe mucho más ambiguo y más humano que Lou Ferrigno. En realidad voy a hacer un recorrido por los film en los que ha aparecido el Capitán Nemo, como representación del cine de ciencia-ficción a lo largo de la historia. Ya en 1916 Stuart Paton dirigió para la Universal “20.000 leagues under the sea”, producción muda basada en los libros de Julio Verne y en el inventivo navegador, me consta que un desconocido (para mi) Allan Holubar hizo de Nemo. Los efectos especiales son de museo (claro que también lo son los de otras joyas simpaticonas mucho más modernas, veasé Carpenter o incluso Tarkovski, ufff!). En 1929, un gran actor toma los mandos del Nautilus, Lionel Barrymore (conocido por sus excesos alcohólicos) abuelo de la sectárea Drew (¿cree que vamos a dejar de respetarla, quién la respete ahora claro, si se desnudara en alguna película?, dejaremos de respetarla si hace otra secuela de “Los ángeles de Charly” o si no escupe otra comedia bienintencionada), protagoniza “La isla misteriosa”, con sus globos y sus monstruos marinos. Casi treinta años tendrían que pasar para que el capitán Nemo asomase de nuevo por la gran pantalla, en 1954, el nunca excesivamente patético Richard Fleischer dirige el clásico “20.000 leguas de viaje submarino” para la Disney, un presupuesto a lo grande, Kirk Douglas de héroe protagonista y el grandioso James Mason como el capitán.

Esta es tal vez la más famosa adaptación de un libro de Julio Verne. Pulpos gigantes y escenas submarinas que dan ganas de volcar el barco de Orlando Capullo y Juanito el profundo (ya, ya sé) en “Piratas del Caribe”. Casi nada que envidiar tenía el Capitan Nemo (no así la película) que compuso Herbert Lom (al que debemos pasables interpretaciones en grandes películas como “El quinteto de la muerte” de Alexander MacKendrick o “La zona muerta” de David Cronenberg) para el film de 1962 “La isla misteriosa”, dirigido por Cy Endfield. Robert Ryan (excusa para obligaros a ver “Grupo salvaje” de Sam Peckinpah, donde la violencia es un modo de vida, y no como en las películas de Tarantino, donde la violencia es una clase de estética) demostró que el capitán Nemo estaba llamado a ser un personaje encarnado por grandes actores en su totalidad, en la película de 1969 “La ciudad de oro del Capitan Nemo”, donde James Hill (el de la sensiblera “Nacida libre”) dio una vuelta de tuerca al mito del consabido capitán. En la década de los 70 encontramos las dos últimas incorporaciones al universo de Julio Verne por medio del marinero de marras. Dos actores de capa caida daban vida a Nemo en dos producciones mejores que “Las fuerzas de la naturaleza” (me ha dado una arcada al nombrarla) pero peores que “Planeta prohibido” (a pesar de contar con Leslie Nilsen), que le vamos a hacer. Omar Shariff (ese sex simbol pre-Bin Laden), en 1973, hizo de capitán en una producción franco-italo-española que merece de ser oida pero no escuchada. Y, por último, en 1978, José Ferrer (el gran José Ferrer, ver “Cyrano de Bergerac” o “La comedia sexual de una noche de verano”) en la estrepitosa “Viaje a la Atlántida del Capitán Nemo”, dirigida por Alex March. Ni que decir tiene que ese Capitan Nemo no es sino una representación del ser humano, de sus ansias de dominar, influidas por su afán creador y por su ingenio que lo hace destacar sobre otros animales. En todo esto no me voy a meter hoy, pero lo que si que os voy a espetar es que no os trepanéis el cerebro en desgajar si “The hulk” es buena o mala y recupera “Harry, un amigo que os quiere” de Dominik Moll o “Campanadas a medianoche” de … espero que no esperéis que lo diga