Siete años hacia que el director no se ponía detrás de las cámaras; estaba a punto de cumplir 60 años y su carrera había llegado a un punto en que la megalomanía se extendía por como las raíces de un árbol por las circunvoluciones de su cerebro. Kubrick quería hacer la película bélica definitiva, quería abarcar todo el proceso militar, la preparación y el combate, como antes nadie había hecho (o tal vez si). Para el guion se rodeó de ex-combatientes de Vietnam (Michael Herr también fue el narrador de “Apocalypse now”), y también contrato a Lee R. Ermey (el personaje mas recordado del film), ex-militar (que antes había hecho pequeños papeles en “Apocalypse now”, otra vez, y “Los chicos de la compañia C”), para dar vida al instructor que les hace la vida imposible a los cadetes. Unos cuantos actores jóvenes, pero con talento (Matthew Modine, Adam Baldwin, o el excelente Vincent D’Onofrio) y un equipo técnico impecable.
Todo parecía preparado para crear otra de esas obras maestras que pare Kubrick. Y de hecho fue así, fue otra de esas de Kubrick. Con ello me refiero a que es otro de esos films cerebrales hasta la extenuación, en el cual los sentimientos están metidos como piel de oveja sobre la estructura milimétricamente calculada. Supongo que nunca quiso serlo, pero “La chaqueta metálica” nunca podría llegar a ser “Apocalypse Now” precisamente por eso. Son los polos opuestos del cine bélico, mientras que Coppola rodó con las entrañas, Kubrick lo hace con su órgano favorito, el cerebro. Esos 7 años que habían trascurrido desde “El resplandor” habían dado para mucho, para pasar una y otra vez los planos por su cabeza, los personajes, el argumento, su obsesión es que todo fuese como en la realidad. En ese viaje hacia la representación perfecta de la guerra, Kubrick se dejó todas esas cosas que Coppola encontró en Filipinas, mientras Kubrick trabajaba sobre la idea del miedo o de la soledad, Coppola cimentaba su película sobre el miedo mismo.
Supongo que es lo que siempre se le ha echado en cara a Kubrick, que era un ratón de biblioteca. Y es que sus films se distanciaban de la realidad como un médico se aleja de su paciente para centrarse en la enfermedad, olvidando así el factor humano individual. Kubrick quería diseccionar esos comportamientos sociales (en este caso la guerra), y no digo yo que no lo consiguiese en muchos momentos (las revistas que Lee R. Ermey pasa a la tropa son ya legendarias), ni que no fuese mas realista que el Eastwood de “El sargento de hierro” (otro film bastante apreciable, por cierto), pero algo faltaba. La segunda parte del film a pesar de su calidad pasa bastante desapercibida y suele resultar olvidable (tal vez por el impacto de la parte de la instrucción), y uno se pregunta si no hubiera debido Kubrick hacer dos películas, si no hubiera debido moderarse en sus aspiraciones, la respuesta es que Kubrick ya veía como esta era su recta final y quería abarcar demasiado, de hecho lo inabarcable. Así, “La chaqueta metálica” (que es la funda metálica de la bala) puede ser proclamada como la mejor película bélica de la historia (no he visto yo ninguna mas perfeccionista) y también como una película fallida (pues ahi algo en ella que no me deja verla como una obra a la altura de “La naranja mecanica” o “Lolita”), supongo que la frialdad de la que siempre acusaban a Kubrick, ya le estaba pasando factura.