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SINOPSIS: Charlie (Chad Lowe) y Rachel (Kristy Swanson) son dos jóvenes que se dirigen a Las Vegas para casarse en secreto. Pero en su camino se cruza una criatura infernal que, vestido de policía, secuestra a Rachel y la arrastra al infierno para convertirla en novia de Satanás.

COMENTARIO: El director holandés Ate de Jong puso fin a su periplo hollywoodiense (tras dirigir otra comedia con tintes fantásticos: “Fred”, 1991) con esta versión psicotrónica de la historia de Orfeo, repleta de referencias a la mitología grecorromana, al mundo antiguo en general y a sus representaciones del mundo de los muertos. “Autopista al infierno” es una divertida comedia de acción y fantasía ambientada en las interminables carreteras tejanas, salpicadas de gasolineras, bandas de moteros y bares de paso (en este caso, paradas en el descenso a los infiernos del protagonista), que mezcla el cine satánico de serie B tan de moda en la década anterior (con el rock como inevitable banda sonora) y las road movies de acción en la línea de “Carretera al infierno” (1986). Joya oculta del cine fantástico de los 90 que se alza como digna heredera del cine más desacomplejado y delirante de los video-clubs de los 80 gracias a su humor grotesco y a un imaginativo despliegue visual que propone una atractiva e imaginativa galería de criaturas y escenarios mefistofélico-sureños.

Antes de sus prestigiosos guiones para “L.A. Confidential” (1997, Oscar incluído) o “Mystic River” (2003), Brian Helgeland se había especializado en cine de terror barato (“Pesadilla en Elm Street 4”, 1988, o “976. El teléfono del infierno”, 1988), siendo este su film más personal; en el que encontramos elementos habituales de su obra posterior, como la iconografía religiosa o ese héroe de corazón puro arrojado sin quererlo a la aventura, enfrentándose con un carismático villano encarnado por Patrick Bergin (y un lugarteniente a la altura: el terrorífico sargento que interpreta C.J. Graham, que había sido Jason en “Viernes 13 VI: Jason vive”, 1986). Atención a los cameos de Lita Ford (de las Runaways), el histriónico Gilbert Gottfried y los Stiller al completo (Ben, su padre Jerry, su madre Anne Meara y su hermana Amy).


Imprescindible para coleccionistas de joyas psicotrónicas del cine de acción de los 90.
Desaconsejada para los que crean que no hay lugar para la cultura clásica en el cine más delirante.

 

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