Danny Steinmann (director de la ínfima “Savage streets” con la icónica Linda Blair), allá por 1985, dirigió “Viernes 13 V: un nuevo comienzo”, Tommy Jarvis (el niño de la entrega anterior) da un soplo de aire fresco (si es posible) a la saga del carnicero de Crystal Lake, impresionado por su encuentro con Jason, Tommy es internado en un manicomio, los asesinatos están servidos. Y, así como Jason Vorhees parecía tener una especie de hijo bastardo en la jeta del prometedor Corey Feldman, Freddy Kruger también buscaba tener descendencia a la que poder explicar de donde venía él y su estirpe de lujuriosos psicópatas violadores de monjas. el especialista en cine de género, Stephen Hopkins, dirigió allá por 1989 “Nightmare on Elm Street V: The dream child”, una nueva vuelta de tuerca a las andanzas del chamuscado manostijeras. Patricia Arquette (en una de sus primeras incursiones cinematográficas) se ponía, esta vez, ante Freddy, más humor negro, nuevas muertes y la introducción de las artes marciales (hoy día imprescindibles en todo el cine de acción).

La cuarta parte de “Viernes 13” había renovado un poco el manido argumento de asesinatos, pero no excesivamente, el personaje de Tommy Jarvis se revelaría como prescindible (aunque duraría una parte más) frente a la fuerza del monolítico Jason. El quinto episodio de “Pesadilla en Elm Street” seguía teniendo más gancho, era más complejo, los matices de la historia de Freddy (que empezaba a escribirse) daban mil patadas a los de la historia de Jason. La superioridad de Freddy frente a Jason se ponía de relieve en el hecho de que Jason no era más que un bestiajo (y no parecía que de joven hubiera sido distinto) que mataba lo que se le ponía delante (no era malo, sólo era muy instintivo). Freddy era el auténtico malo, disfrutaría de una buena tortura y nunca diría que no a una maldad, sea cual sea su índole, Freddy tenía motivos más allá de la venganza, disfrutaba con lo que hacía, y Jason … ¿alguién sabe en qué piensa?