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No voy ha hablar de la excelente película dirigida por Fernando Fernán Gómez (de eso ya habrá tiempo otro día), voy a divagar un rato sobre los Oscars de Hollywood, esos premios que tanto odio (pero está claro que sirven para hacer un recorrido, incompletísimo, por la historia del cine). Más en particular, voy ha hablar sobre las películas españolas que pueden ir a la entrega de los Oscars.

La enrarecida Academia Cinematográfica española ha elegido “Soldados de Salamina” como la que representará a España en la elección de los rancios académicos americanos. Supongo que yo también habría elegido esa (y es que las otras dos no eran tan compactas, sobre todo “Hotel Danuvio”, ejem ejem), a pesar de las simpatías que me unen a Fernando Colomo. Y, además, este año encontramos entre las elegidas por distintos países, nada menos que cuatro coproducciones españolas. La italiana “No tengo miedo” (con la poco salada Aitana Sanchez Gijón), una historia de terror psicológico sobre la premisa de un niño que establece una amistad con otro niño (éste encerrado en un zulo a sabiendas del pueblo), dirigida por Gabriele Salvatore, el cual ya ganó el Oscar a la mejor película extranjera por la pacifista (y efectista) “Mediterráneo”. La cubana “Suite Habana”, dirigida por Fernando Pérez, es una tierna historia que nos descubre los sentimientos de un niño (si otro niño) con cierta deficiencia mental. La argentina “El sueño de Valentín” (protagonizada por la siempre carnal Carmen Maura) nos relata la particular visión del mundo tras los ojos de un… si otro niño (está claro que las historias de niños nos llegan a todos, será porque todos lo hemos sido), la dirige el popular en España Alejandro Agresti. Y, por último, “Aro Tolbukhin. En la mente dle asesino” de Agustí Villaronga, Lydia Zimmermann e Isaac P. Racine, una especie de híbrido entre documental y ficción con Daniel Gimenez Cacho, que ya viene avalada por 7 premios Ariel de la Academia Mexicana. En definitiva, éste ha sido el año de la co-producción de calidad, si no fuese porque no está muerto, Juan Piquer Simón se revolvería en su tumba.

 

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