La excepcional (y por desgracia escasa por estos lindes) contribución que Pere Joan Ventura y Georgina Cisquella hicieron al cine español (cine español de compromiso se entiende y no cine como “Historia de un beso” o “Una de zombis”) con la imprescindible “El efecto Iguazú” crece si tenemos en cuenta que también ellos fueron los que dieron a un grupo de jóvenes con ganas de hacer cine (que firma la película con el nombre de Discusión 14) la idea para “200 kms.”, el film que ahora nos interesa.
La película cuenta el periplo de las 6 columnas de obreros de Sintel (si, los mismos que trataban de cobrar lo que les correspondía para poder dar de comer a sus hijos, o para comprarse una televisión, que más da) que confluyeron en Madrid con motivo de la manifestación (ya casi reunión de viejos, no despectivamente claro, liberales añorando el 68) del 1 de Mayo, en 2002. Ni que decir tiene que es impagable el plantel de personajes cuya espontaneidad está fuera de toda duda, historias reales que nos hacen preguntarnos sobre qué caminos está tomando la dignidad humana, qué caminos está tomando la sociedad española (por extensión de la mundial, claro está) que cada vez está más lejos de la solidaridad y la complicidad con el necesitado de ayuda. Toda la historia que destila tragedia y complejidad a partes iguales nos transporta a las vidas de esos engañados (por caciques empresariales), a sus anhelos y ansiedades. El hecho de que la película esté firmada casi anónimamente, creo da una libertad también inédita (o casi) en nuestras tierras. El film no esconde ninguna perspectiva, no esquiva problemas que pueden resultar contraproducentes (aunque al final no lo son) para el funcionamiento práctico de la película, como pueden ser los enfrentamientos internos (una constante de la izquierda) o alguna manifestación esporádica de violencia (¿José María Fidalgo no se llena el bolsillo con el trabajo ajeno?).
Para terminar lanzar un grito al aire, para pedir que se haga más cine de esta índole, documental (como este caso o “El efecto Iguazú”) o de ficción (como “Los lunes al sol”), pero ante todo comprometido, el arte como instrumento de los débiles para evitar la opresión de los ogros. Bravo Discusión 14.