Pedro Almodóvar ha creado estilo, ha inventado un modo y un tono tan personales que puede replicarlos para éste o aquel argumento, lo mismo vale el toque Almodóvar para una historia de amor tarado, una oda a la maternidad o un melodrama tórrido de ambiente escolar. Y ésto último es lo que nos trae Al modóvar con “La mala educación”, uno de esos films que tan buenos (fílmicos, se entiende) momentos nos han dado, desde “Los 400 golpes” a “El espinazo del diablo” (y no nos olvidemos los excelentes cómics “Paracuellos del Jarama” de Dani Ortega, si no me falla la memoria).
En principio eso es lo que tenemos, pero el director manchego juega sus cartas para contar lo que nos han vendido (y no digo yo que no lo sea en cierta medida) como la historia verdadera de sus penalidades en un colegio de curas (que mira que son viciosillos los pervertidos). Las víctimas del colegio se nos muestran bajo los rostros de Fele Martínez (un director de cine enamorado de un guapetón con un morbazo que te cagas, y además listo) y Gael García Bernal (el guapetón que te cagas en cuestión) cuando ya son adultos, así comienza el juego almodovariano, travestismo que aceptamos con toda la naturalidad del mundo, ese tenebrismo brillante (un tenebrismo warholiano) acompañado de la obra de Alberto Iglesias y todo el imaginario del manchego al servicio de esta personal historia.
Hay un momento del film en que alguien dice que parece que todas las películas hablen de nosotros, ese es el instante en el que Almodóvar cierra el círculo de autorreferencias, calla la boca a los que ven la película como una autobiografía, y a la vez deja claro que hay mucho de sí mismo en la película, de sí mismo y como extensión de todos. Hay momentos en los que el director y su película se unen de tal manera que se convierten en una sola pieza, recordemos “All that jazz” de Bob Fosse o “Dublineses” de John Huston, tal vez también Almodóvar tenga que verse también al filo de la vida para para regalarnos su más sincera biografía, mientras tanto nos quedamos con los recortes.