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10 September, 2005

Tarde de Cine


A veces pienso que no veo mucho cine actual (no os equivoquéis, no me paso tampoco el día entre Fritz Lang y Robert Siodmak), no es que me quite el sueño, pero salen y salen películas y de hecho muchas me interesan, las veo anunciar, o en tal revista o me habla de ellas algún freaky (hay que ver como abusan de esta palabra los alumnos de informática) pero se pierden en las estanterías de los videoclubs y entre pausas publicitarias en televisión, pasan de largo y sólo algunas llegan por casualidad a mis pies, sentado en algún banco, esperando el autobús (capici?). Anoche hice algo para amortizar un poco esta situación, aún a riesgo de sufrir alguna clase de lesión cerebral irreversible (otra vez), me enfrasqué con el jefazo (jeje) de Estilovirtual en una pequeña maratón fílmica, cuatro películas ordenadas ordenadamente (en base a qué es algo que dejo a vuestra libre opinión). Las secuelas aún perduran en forma de pesadillas diurnas en las que operan de la vista a John Ritter en el escenario de “Apartamento para tres”, mientras la rubia y la morena se muerden los miembros totalmente desnudas, uf.

Me pareció fresquísima, “Las reglas del juego” que Roger Avary hizo hace poco mas de dos años, todo un festival de egoísmo, hipocresía, lujuria, sentimiento e ingenuidad en un grupo de universitarios forrados de pasta según el punto de vista de Bret Easton Ellis (por cierto, atentos a la ajustada actuación de James Van Der Beek, en el papel del que posiblemente es el hermano pequeño del Patrick Bateman de “American Psycho”, dudo si Ellis lo ha confirmado alguna vez, pero los apellidos coinciden, y algunas cosas más). Roger Avary le imprime ese tono modernamente tarantiniano pero despojándose de toda la parafernalia setentera, dando claridad al proceder del film y atreviéndose con algunas cosas bastante osadas (el final me parece más que atrevido, aunque ¿no lo he visto en ningún sitio?). En definitiva una historia de sexo, drogas y amor contada con frialdad y sin pelos en la cámara, narrada como se narran ahora las historias corales, un poco a trompicones, un film mas que recomendable para todo el que no se vaya a asustar de ciertas maneras de perder la virginidad.

Después, aún con toda mi salud mental completa, nos decidimos por “The eye”, no soy un gran amante del cine de terror oriental, pero bueno, ya que dedico una tarde al cine de los últimos 5 años, pues que así sea. Mmmm, los hermanos Pang (si, a mi también me vienen el videojuego) se la montan de tópicos y demás triquiñuelas, joder, que si el cine de terror oriental esta teniendo éxito no es porque nos ofrezca algo nuevo, ¿o no os dais cuenta?, es porque tienen mucho, y exportan o explotan. El esquema de la historia es el mismo que el de “The ring”, por ejemplo (extraños sucesos en la ciudad que convenientemente investigados van a parar a una historia de humillación y terror que recae sobre una joven campesina, la chica de la ciudad se bañará en un festival de empatía y salvará el pellejo, sin hablar de la historia de amor) y, a parte de eso, es algo burdo y simplón, el personaje del Dr. Wah parecía sacado de “Dos tontos muy tontos” y es curioso observar como en la escena final el elemento ígneo no daña a todos por igual. Osea, un entretenimiento para los que les apasionen las historias de terror, pero poco más.

Los siguientes films entroncaban directamente con la serie B, sin disimulos, el primero de ellos era “Alien Predator” ( el título, desde luego, no dice nada, el original era “Top of the food chain” de 1999, lo más alto de la cadena alimenticia ), una peli de extraterrestres con las intenciones de los del “Bad Taste” de Jackson pero menos virtuosos en sus formas. John Paizs (en cierto modo un director de culto moderno con lindezas como “Crime Wave”, no confundir con la de Sam Raimi y los Coen, comedia negra que él mismo dirigió y protagonizó en 1985 o algunos episodios de la serie “Maniac mansion” a la que le faltaba algo pero que me encantaba) dirige a Campbell Scott, Fiona Loewi (a la que vimos en la olvidada “Amor y muerte en Long Island”) y Tom Everett Scott (por fin se aprovecha la cara de bobo de este tipo) en una de las películas más hilarantes que he visto en los últimos años, a veces recuerda al universo ZAZ, pero todo el regusto al cine de alienígenas de los 50 te distancia un poco de ellos, muy recomendable para pasar un buen rato.

Y el último ya casi me duele, con tres a mis espaldas no me veía capaz, pero lo conseguí. En este caso era “Dream Valley. Area maldita” (el título original, “Terror track”, tampoco daba muchas esperanzas), que resultó ser uno de esos films de episodios y John Ritter hacía las veces de Guardián de la Cripta en forma de vendedor de casas hipersincero y con algún secreto inconfesable. Después de la panzada de reír de “Alien predator”, este sutil bodrio me aburrió, hombre había monos asesinos, sueños premonitorios de asesinatos, matrimonios que se asesinan entre ellos o currantes que asesinan a sus clientes, un festín vamos, pero demasiado cargado de seriedad, no debía tomarse tan en serio a sí mismo. Lo mejor el travelling (no sé si existía travelling en realidad) final, en el que se ve el vecindario de Dream Valley.

Exhausto por el consumo de sustancias celuloídicas ( y algunas otras algo más sustanciales ) me rendí, si hubiese habido una quinta no quiero ni imaginarme que podría haber sido, ¿ y vosotros ? Me despido hasta la próxima vez que os salga de los huevos. (Debí haber convertido ésto en dos artículos, joder, ¿quién va a llegar hasta el final?, ¿será verdad que sólo escribo para mi? ¿Para quién sino?

 

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