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Biopic es la contracción de Biographical Picture (película biográfica). Biopic es un subgénero cinematográfico, subgénero cuyos films indagan y dramatizan en la vida de algún personaje relevante (por distintas razones). El último biopic que llega a los cines viene a bombo y platillo desde hace años: “Manolete” está dirigida por Menno Meyjes (más conocido por su faceta de guionista, muy relacionado con Steven Spielberg, para quien trabajó en los guiones de “El color púrpura”, “El imperio del sol” o “Indiana Jones y la última cruzada”, aunque hasta hace poco tenía en cartel la comedia romántica “El niño de Marte”) y protagonizada por el escuálido Adrien Brody (LO MEJOR: su interpretación en “El Pianista”, otro biopic; LO ÚLTIMO: “The Brothers Bloom”, el segundo film del director de la excelente “Brick”) y la más rutilante de las estrellas femeninas del firmamento patrio, Penélope Cruz (LO MEJOR: sus trabajos con Almodóvar y Trueba; LO ÚLTIMO: estará con Bardem en “Vicky Cristina Barcelona” de Woody Allen, y pondrá su voz a un personaje de la adaptación cinematográfica de “Comando G”). También estarán Santiago Segura, Juan Echanove y algunos jóvenes rostros del cine y la televisión ibérica.

Ya antes de que en los años 30 se pusieran de moda los biopics, habían desfilado por las pantallas muchos ejemplos destacables. La épica y la religiosidad se conjugaban en la “Jeanne d’Arc” (1899) del prestidigitador Georges Méliès (también el megalómano Cecil B. DeMille se interesó en Juana de Arco en “Joan the Woman” en 1917), o en la “Judith of Bethulia” (1914) del controvertidamente racista David W. Griffith. Aunque quien se llevó el gato al agua fue Abel Gance y su monumental “Napoleón” (1927) cuyas 6 horas originales se quedaron en poco menos de 4 cuando Coppola la rescató de las estanterías de alguna vieja filmoteca. Jesse James (Franklin B. Coates dirigió en 1921 a Jesse James Jr. en dos films de culto sobre las aventuras de su padre, Tyrone Power o Roy Rogers también fueron el famoso asaltador de bancos que este año ha incorporado Brad Pitt), Abraham Lincoln (cuando David W. Griffith dirigió “Abraham Lincoln” en 1930 ya existían más de 30 films sobre él) o Enrique VIII (“La vida privada de Enrique VIII” de Alexander Korda, 1933, este año, Eric Bana se pone en la piel del cismático rey) también tenían sus biopics.

El biopic se diferencia de los films basados en hechos reales y de los films históricos, se centra sobre todo en los detalles de la vida del personaje, los hitos. Manolete revolucionó el toreo con su pose elegante y vertical (presupongo que ya entonces el combate era desigual y vergonzoso, puro circo romano), tuvo una escandalosa relación con la actriz Lupe Sino (trabajó con Ladislao Vajda o Edgar Neville, la cual se decía que era una buscona, una pelandrusca de tres al cuarto) y coronó su vida con una muerte bajo las astas de un miura de 500 kgs (el sueño de todo torero ¿no?). Su vida es carne de biopic (de hecho Florian Rey ya dirigió en 1948, el año después a su muerte, “Brindis por Manolete”), como las de los militares condecorados (George C. Scott fue “Patton”, 1970, de Franklin J. Schaffner), los músicos atormentados (Joaquin Phoenix fue Johnny Cash en “En la cuerda floja”, 2005; y la oscarizada Marion Cotillard es Edith Piaf en “La vida en rosa”, 2007).

A partir de los años 80 el auge del biopic ha llevado a colocarlo entre los géneros más recurrentes, los actores buscan esos papeles y el público busca esos films (por morbo mayoritariamente): “Alí” (Will Smith es Muhammad Alá), “Huracán Carter” (Denzel Washington), “Frida” (Salma Hayek es Frida Kahlo) o “Antes que anochezca” (Javier Bardem es Reinaldo Arenas). Pero esto también nos lleva a preguntarnos por la fiabilidad de éstos. ¿Fiabilidad?, pues de principio ninguna, por Dios, es una película, no un libro de Ian Gibson. Casi todos los biopics que se hacen siguen los cánones narrativos impuestos por Hollywood, a sabiendas de que casi nadie tenemos una vida tan ordenada, en general la vida es como un batiburrillo de emociones y vivencias que vamos ordenando en nuestra mente. La moral censora y lo políticamente correcto, han convertido el género en otro género más, ya no importa que estemos hablando de Gandhi (Richard Attenborough, director de “Gandhi” dirigió en 1992 la excelente “Chaplin” con Robert Downey Jr.), Ray Charles, ‘Wild Bill’ Hickok o William Randolph Hearst, sólo son personajes, como el Harry Powell de “La noche del cazador” o la oruga de “Alicia en el País de las Maravillas”.

Este es un tema muy extenso y me temo que no disponemos de espacio. Ya me contaréis si vais a ver “Manolete” al cine, yo seguro que no, mientras tanto seguro que hay cosas más sustanciosas e igualmente parciales. Y como hoy me siento bien, antes de irme, unas recomendaciones en cuestión de biopics: Klaus Kinski como Don Lope de Aguirre en “Aguirre, la cólera de Dios” (Werner Herzog, 1972); Dustin Hoffman es Lenny Bruce en “Lenny” (Bob Fosse, 1974); “El hombre elefante” (John Merrick según David Lynch, 1980), un “Ed Wood” (Tim Burton, 1994) con la cara de Johnny Depp o esa biografía apócrifa de la estrella porno John Holmes que es “Boogie Nights” (Paul Thomas Anderson, 1997).

 

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